
La calle Basiliana se encuentra en los rincones del casco antiguo, con vistas inesperadas hacia una especie de monasterio. El espacio se comparte entre dos ambientes: uno frío, atemporal en el crepúsculo y el otro un monocromo juego de luz. Por la noche, el místico fuego del hogar disuelve todos los contrastes e invita a descansar.

Una espaciosa casa con un diseño audaz destinada para una pareja o una persona solitaria, fue su principal pauta para el proyecto de interiores.

El contexto histórico es místico y con una especie de austeridad que le otorga el monasterio. Esta tendencia se expresa por la frescura de los azulejos oscuros, los muebles con superficies negras, espejos y el techo de hormigón pintado. Es práctico para las funciones utilitarias y además para trabajar con calma en el dormitorio. Aquí, una chimenea en la pared permite una mirada a la sala de estar para compartir el calor del fuego.
Una gran diferencia monocromática domina la sala de estar, donde la luz del mediodía juega con tonos grises, blancos y negros. La estrecha habitación con forma de trapecio se conforma por paredes blancas, techos de hormigón pintado suelos de roble y por supuesto, la pared de ladrillo. La sensación de ligereza y minimalismo se mantiene desde los muebles y volúmenes de cocina, hasta las modestas mesas y sofá, incluso los pedestales son construidos en la pared.
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