Hay que prestarle mucho cuidado a la caldera de casa, ya que un mantenimiento inadecuado podría acarrearnos un percance grave. Estamos hablando de unos aparatos que son indispensables para nuestra vida diaria, ya que la utilizamos para ducharnos, cocinar o conseguir una temperatura agradable dentro de casa.
Para garantizar su correcto funcionamiento hay que realizar un mantenimiento periódico. El nivel de dificultades dependerá en gran medida de las características que presente la caldera. Por lo general, al tratarse de aparatos peligrosos se deja en manos de profesionales. Puede resultar muy peligroso un fallo en la caldera, llegando a provocar incluso una explosión.
El aumento de la presión de la caldera puede originar un fallo en el quemador consiguiendo que se evapore todo el agua. Esto hará que la temperatura ascienda y el aparato explote. También hay que prestarle atención a otros peligros, como puede ser el mal estado de los radiadores. El escape de agua por alguna válvula, la filtración de aire en el sistema o la suciedad de los tubos pueden hacer que la presión suba demasiado.
Para evitar cualquiera de estos peligros hay que instalar siempre la caldera en espacios abiertos. Lo ideal es la terraza si tiene intención de economizar espacio en la cocina. Realizaremos con frecuencia una revisión del aparato, que correrá a cargo de una compañía de gas. Nuestro trabajo consiste en revisar la presión, intentando que oscile entre 1 y 2. Este mantenimiento de la caldera también se extenderá a los radiadores. Sobre todo en la época en que se vayan a utilizar hay que purgarlos.
También deberemos de pasar un trapo limpio por toda la caldera intentando que no quede ningún hilo suelto. Hay que limpiar bien los filtros, ya que en ellos se suele acumular una gran cantidad de desperdicios. Nos ayudaremos de una brocha de pintura. Lo siguiente será ponerse con el quemador. En el caso de las calderas viejas compensa más sustituir la boquilla inyectora que limpiarla.
Para garantizar su correcto funcionamiento hay que realizar un mantenimiento periódico. El nivel de dificultades dependerá en gran medida de las características que presente la caldera. Por lo general, al tratarse de aparatos peligrosos se deja en manos de profesionales. Puede resultar muy peligroso un fallo en la caldera, llegando a provocar incluso una explosión.
El aumento de la presión de la caldera puede originar un fallo en el quemador consiguiendo que se evapore todo el agua. Esto hará que la temperatura ascienda y el aparato explote. También hay que prestarle atención a otros peligros, como puede ser el mal estado de los radiadores. El escape de agua por alguna válvula, la filtración de aire en el sistema o la suciedad de los tubos pueden hacer que la presión suba demasiado.
Para evitar cualquiera de estos peligros hay que instalar siempre la caldera en espacios abiertos. Lo ideal es la terraza si tiene intención de economizar espacio en la cocina. Realizaremos con frecuencia una revisión del aparato, que correrá a cargo de una compañía de gas. Nuestro trabajo consiste en revisar la presión, intentando que oscile entre 1 y 2. Este mantenimiento de la caldera también se extenderá a los radiadores. Sobre todo en la época en que se vayan a utilizar hay que purgarlos.
También deberemos de pasar un trapo limpio por toda la caldera intentando que no quede ningún hilo suelto. Hay que limpiar bien los filtros, ya que en ellos se suele acumular una gran cantidad de desperdicios. Nos ayudaremos de una brocha de pintura. Lo siguiente será ponerse con el quemador. En el caso de las calderas viejas compensa más sustituir la boquilla inyectora que limpiarla.
Vía: Blog Bricolaje
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