viernes, 13 de diciembre de 2013

Sistemas de calefacción

Con la llegada de los fríos invernales  se nos hace indispensable poner nuestra casa a punto, porque en ella pasaremos gran parte de nuestro tiempo, pero ponerla a punto no es solo renovar aquello que se ve, sino también conseguir un clima agradable que nos permita sentirnos a gusto.
 
Los diferentes sistemas de calefacción que el mercado nos ofrece harán que nuestra casa tenga la temperatura perfecta en cada momento del día y del año, lo que hará que nuestra vida sea mucho más cómoda y agradable.

TIPOS DE CALEFACCIÓN

SISTEMA DE CALDERA CON RADIADORES DE AGUA
 
Este es el método de calefacción más utilizado en la mayoría de las viviendas españolas, y puede  funcionar con tres tipo diferentes de combustible: gas natural, gas propano y gasóleo C.
La caldera de gas natural es usada sobre todo el ciudades y es el sistema considerado más barato y rápido.  Por su parte, los lugares a los que no llega este combustible, utilizan el gasóleo y el gas propano.
 
Los radiadores de aluminio son los más solicitados, ya que se calientan en apenas diez minutos y trasmiten de mejor manera el calor. Los radiadores de hierro fundido suelen utilizarse en viviendas rústicas, ya que su estética los hace integrarse de mejor manera.
 
CALEFACCIÓN POR SUELO RADIANTE
La calefacción por suelo radiante está considerado uno de los sistemas de calefacción más confortables, aunque no está recomendado para todo tipo de viviendas. Consiste en una instalación de calefactores bajo el suelo, razón por la que es necesaria una gran obra. El calor se propaga hacia arriba y calienta el suelo de la vivienda, lo que hace realmente agradable caminar descalzos por ella, sea cual sea el revestimiento utilizado en su decoración. El calor nunca hará que nos quememos porque el agua que circula por las tuberías lo hace a unos 45ºC y lleva sobre ellas una capa de hormigón.
 
Una de las principales ventajas de este tipo de calefacción es que no necesita radiadores, algo que valorar en el terreno de la estética, pero también tiene inconvenientes, ya que es bastante lento y necesita tres o cuatro horas para alcanzar la temperatura óptima. Por esta razón está recomendado solamente para viviendas de uso diario, y no para casas de fin de semana.
 
La gran obra que es necesario hacer en la vivienda para instalar los calefactores bajo el suelo, hace que el desembolso inicial sea elevado, pero los profesionales del sector aseguran que a la larga será un gasto amortizado.
 
 
La mayoría de los sistemas de aire acondicionado incorporan aparatos de calor que funcionan con un circuito reversible que se adapta a las necesidades de cada estación. El climatizador absorbe el aire, lo filtra y lo devuelve al ambiente, caliente o frío.
 
Este sistema incorpora una unidad exterior que se coloca fuera de la casa y varios casettes que se colocan en las diferentes habitaciones, en el techo o en la pared. Es un sistema más caro que otros, pero cuenta con la ventaja de que  no solo sirve para el invierno, sino que también es la solución para el calor en verano.
 
 
Son radiadores de aceite en los que la transmisión del calor se logra a través de un aceite térmico calentado por una resistencia eléctrica blindada, de acero especial.  Pueden enchufarse en cualquier parte, permitiendo obtener una instalación de calefacción sin hacer obra. El calor se mantiene en el aparato una vez apagado, lo que nos permite apagarlo y continuar recibiendo calor.
 
Llevan un termostato y un programador para poder encenderlo y apagarlo aun cuando no estemos en casa.
 
 
Este sistema es el menos solicitado, ya que se considera caro y poco eficaz. Cuenta con la ventaja de que no precisa de una instalación complicada, tiene un mantenimiento mínimo y no produce gases ni olores.
 
CHIMENEAS
 
Las chimeneas proporcionan el calor más natural, ya que éste se obtiene por la combustión de leña, pero tienen la desventaja de que no consiguen unificar la temperatura de toda la vivienda, sino que la estancia en la que está ubicada tendrá siempre una temperatura mayor.
 
TIPOS DE RADIADORES
 
Existen 4 tipos de radiadores atendiendo al material en el que hayan sido fabricados.
 
Radiadores de hierro fundido. Son los radiadores clásicos. Son de gran inercia térmica, lo que quiere decir que tardan más tiempo en calentarse y también en enfriarse. Es necesario colocar en el circuito un elemento que impida su congelación cuando no se usan ya que estos pueden reventar.
 
Radiadores de panel de chapa de acero. Son radiadores económicos de buen funcionamiento. Hoy en día la evolución de los sistemas de fabricación ha hecho que también las chapas de acero hayan mejorado, de manera que se ha alargado su vida útil.
 
Radiadores de aluminio. Son los más caros, sus grandes ventajas radican en su rápido calentamiento y su larga vida útil.
 
Radiadores de tubo de acero. Estos radiadores han sido los últimos en salir al mercado y su gran valor es la estética. Ya no es necesario esconder un radiador o tratar de ocultarlo, sino que mostrándolo conseguiremos dar personalidad a cada estancia.
 
CONSEJOS  ANTES DE LA INSTALACIÓN
 
Conviene instalar los radiadores cerca del lugar más frío de la habitación, para que el calor se reparta de un modo uniforme. Puesto que el calor tiende a subir, es recomendable colocarlos lo más cerca del suelo que nos sea posible, para favorecer la circulación del aire.
 
La ubicación más frecuente y recomendable es debajo de las ventanas, ya que las paredes con zona acristalada presentan mayor superficie de contacto con el exterior.
 
Cada vivienda requiere un estudio personalizado para evaluar sus necesidades. Entre los factores a tener en cuenta: la zona climática donde esté la casa. Si se trata de una zona fría con  frecuentes heladas o nevadas, o una zona con  inviernos cálidos, en la que serán suficientes sistemas sencillos que aportarán calor puntual.
 
CONSEJOS DE USO
 
Una vez ya se ha optado por uno u otro sistema de calefacción según cual es el que más se adecua a las necesidades familiares, debemos tener  en cuenta algunos consejos para que el uso adecuado del mismo, y sacarle el mayor partido.
 
No se deben tener las ventanas abiertas más tiempo del necesario, una habitación se ventila en 5 ó 10 minutos, y  a partir de ahí se pierde calor y se reduce la temperatura de la casa.
 
La casa debe estar correctamente aislada. Si el calor se escapa por las rendijas que puedan tener las puertas y las ventanas, gastaremos entre un 2 y un 40% más de calefacción.
 
Programar la calefacción con el termostato. 20 grados es la temperatura óptima para una casa y por cada grado adicional que subamos el consumo aumentara de forma exponencial.
 
En las habitaciones que no usemos a diario, deberemos reducir al temperatura, ya que de lo contrario estaremos consumiendo recursos innecesariamente.
 
Si la calefacción es colectiva y nos resulta excesiva en nuestra casa, es preferible optar por  cerrar los radiadores que por abrir las ventanas.
 
Se recomienda que los radiadores estén descubiertos para que rindan al máximo. Si acostumbramos a colocar prendas sobre ellos, la habitación se calentará de una forma mucho más lenta, y el consumo para llegar a la misma temperatura habrá sido mucho mayor.
 
Es imprescindible revisar la instalación de calefacción todos los años.
 

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