El cabecero perfecto será aquel que mejor se acomode a nuestros gustos y al mismo tiempo satisfaga nuestras necesidades tanto estéticas como prácticas. Aunque solemos pensar en el cabecero sólo como un elemento puramente decorativo no es así, el cabecero cumple también una necesidad no por pequeña menos importante. Si nos gusta sentarnos en la cama a leer o ver la televisión o incluso trabajar o estudiar con el portátil entonces el cabecero de la cama se convierte en el respaldo donde apoyar la espalda.
Por tanto hemos de tener en cuenta ambos aspectos al elegir nuestro cabecero, si sólo le vamos a dar un uso estético podrá ser de cualquier material, forma y envergadura. Los cabeceros pueden ser de tres tipos, tapizados, de madera o metal, básicamente.
Si le vamos a dar un uso práctico como respaldo la opción más interesante será decantarse por un cabecero tapizado pero además deberá de contar con un buen acolchado y sus dimensiones deberán ser suficientes para la envergadura de los usuarios. Así nos ahorraremos un montón de almohadas.
El cabecero puede ser independiente de la cama o estar unido a ella formando parte de la misma. Sea como sea el cabecero es un elemento que por su situación y tamaño se hace de notar, hemos de tener pues un especial cuidado en su elección.
El cabecero es un elemento fácil de construir por uno mismo, un trozo de madera y un poco de tela son suficientes para crear una pieza que puede resultar práctica y muy decorativa a la vez.
Forrar el cabecero que tenemos con una funda de tela o pegar un recuadro de papel pintado en la pared son soluciones fáciles y económicas para renovar o cambiar nuestro cabecero sin tener que gastar mucho.
Vía: Guía para decorar
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