Estamos en Las Landas, un pequeño paraíso francés enclavado entre el País Vasco y el norte de Aquitinia, conocido como la Costa de Plata. Una denominación otorgada por su peculiar paisaje, sus playas de arena dorada y por la transformación de sus pequeños poblados marineros, que ahora viven del turismo. En esta región gascona se encuentra esta casita de madera blanca, rodeada de vegetación, con una fachada que recuerda a las casas tradicionales vascas, una acogedora zona de comedor en el porche e interiores luminosos, amplios y acogedores.
El salón, decorado en tonos blancos y azules, se abre al jardín a través de unas puertas correderas plegables, tipo acordeón, un sistema de apertura ideal para cerramientos de grandes dimensiones. Gracias a esta superficie acristalada, el exterior se integra perfectamente en el interior de la vivienda y se convierte en una extensión de la zona de estar. Los propietarios, para conseguir un ambiente cómodo, práctico y desahogado, colocaron sólo los muebles necesarios: un sofá, dos sillones y unas mesitas de centro. Detrás, se ubicó la zona de comedor. El cuadro, con la escena de una playa, potencia la sensación de calma, relajación y bienestar.
La cocina, con muebles blancos y encimera de madera, es un espacio abierto a la zona de comedor del salón. Se distribuye en dos frentes que dibujan una L y una isla, que ofrece una superficie de trabajo y almacenaje extra: frigorífico integrado, horno y despensa en un frente; a continuación, el fregadero y en la isla, la zona de cocción con una moderna campana que funciona como lámpara de techo.
Éste es el dormitorio principal, donde se destacó la pared de la cama al pintarla de un color diferente al de las demás: rosa palo. Este recurso decorativo es perfecto para habitaciones pequeñas o en las que no se quiere agobiar el espacio con un cabecero.
El cuarto de baño, marcado por tonalidades naturales, se revistió con cemento pulido. Una hoja fija de cristal independiza la bañera de la zona del lavabo, formada por un lavamanos redondo sobre una encimera de madera y una balda en el mismo material. El resultado es un ambiente sereno y natural.
Un par de mecedoras Ikea PS Gullhomenf, de fibra platanera, presiden la otra zona de estar al aire libre, esta vez, en la parte trasera de la casa. Aquí se construyó una cabaña de 20 m2 para los invitados, pues su interior se creó un dormitorio con cuarto de baño. ¡Así da gusto! Fotografías: Christophe Rouffio a través de Maison & Déco.
Vía: decoratrix
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