
Sin embargo últimamente se ha puesto de moda considerarlos una pieza más de decoración, y es cada vez más habitual encontrarlos en viviendas particulares, ya sea en vestidores, buscando una utilidad cercana a la de las tiendas, o en cualquier otra estancia, si buscamos un uso más decorativo.

También es muy cómodo disponer de un maniquí en nuestra habitación cuando nuestro armario ropero está en otra estancia.
Podemos elegir por la noche la ropa que nos vamos a poner al día siguiente y colocarla sobre el busto, sin que tengamos que entrar a otro dormitorio y molestar a quien pudiera dormir en él.
En otras estancias los maniquíes cumplen funciones meramente decorativas, y aquí nuestra imaginación cobra especial protagonismo. Dependiendo del material en el que esté fabricado, podemos convertirlo en una corchera en la que clavar las notas de las cosas que tenemos pendiente hacer.
Aunque también hay ocasiones en las que el propio maniquí ya es en sí mismo un objeto decorativo por derecho.
Vía: Deco Estilo
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