Construir una casa unifamiliar en pleno centro de París es, ya de por sí, un pequeño milagro. Este es el caso de esta vivienda, firmada por el arquitecto franco-argentino Pablo Katz, una construcción sostenible que ocupa un pequeño solar en esquina en el distrito 20. Bautizada como "el cubo mágico" por sus creadores, esta pequeña obra de arte integra tecnología inteligente en su concepción arquitectónica. Se trata de una caja de madera y cristal que descansa sobre una base de piedras recicladas.
Un espacio entre la base y la estructura del edificio consigue crear la sensación de que el edificio flota. Los paneles de madera que recubren la fachada del CK06, nombre oficial de la obra, están en armonía con los jardines y los árboles corcundantes, un entorno sorprendentemente verde para una gran ciudad. Este efecto se ve reforzado por las amplias superficies de la vivienda, encargadas de reflejar la naturaleza circundante.
Las proporciones y dimensiones del edificio contribuyen, asimismo, a armonizarlo con su entorno. La transición entre las partes de la fachada transparentes y las cubiertas, con diversas aberturas y cavidades, otorgan a esta construcción una forma única.
Tras la original fachada, encontramos interiores diáfanos repletos de ideas y tecnología: "Queríamos que nuestra casa estuviera a la altura de los tiempos", señala el propietario. Así, la vivienda se ha planificado para hacer un uso responsable de la energía y de las redes de tecnología electrónica, aunque sin detrimiento de la estética y de la sensación de espacio.
Durante la planificación, tanto para los propietarios como para el arquitecto fue sumamente importante reducir al máximo de gastos energéticos: optaron por materiales totalmente reciclables, como la piedra, el acero y la madera. El refuerzo del aislamiento, las placas solares, la calefacción por suelo radiante, la instalación de depuración de aguas residuales, las plantas en la terraza... son medidas que contribuyen a que CK06 cumpla con las máximas exigencias ecológicas.
El toque futurista lo ponen las instalaciones técnicas del edificio, que pueden regularse discretamente mediante unos pequeños monitores instalados en cada planta. Por ejemplo, el edificio está equipado con calefacción central controlada mediante mando a distancia. Pero las comodidades para los habitantes no acaban aquí: un lector de huellas dactilares en la puerta del edificio reemplaza a la llave; los sensores de movimiento controlan la iluminación (se puede elegir entre distintos ambientes predefinidos, como "cena íntima" o "cine en casa"), los toldos bajan automáticamente cuando hace mucho sol y, cuando se sale de la vivienda, se activa la alarma antirrobo.
La cara Norte se ha acristalado expresamente "porque así se consigue una bonita luz llena de equilibrio", destaca el propietario. En el diseño de la fachada de cristal, los aspectos estéticos han sido tan importantes como la privacidad. Por eso se han combinado superficies de cristal translúcidas y transparentes. En la cara Sur también hay superficies de cristal, en este caso con listones de madera perforados que protegen del sol y preservan la intimidad.
Mientras que las puertas de los garajes y la entrada secundaria al ala de los invitados se sitúan en la cara Oeste, la entrada principal de la casa se encuentra en la cara Norte. Tras la puerta, de acero inoxidable, se observan ya todos los principios de diseño que impregnan el interior: espacio, luz y materiales utilizados selectivamente.
A pesar del poco espacio disponible, en el pasillo no se tiene sensación de estrechez, ya que la vista alcanza hasta la cara Sur acristalada, tras la cual hay un pequeño patio interior, lleno de plantas. Hacia arriba, un estrecho espacio abierto que alcanza los 15 m. de altura conduce a las demás plantas. El suelo, las paredes y el techo son de hormigón. La escalera de acero, con escalones y barandillas de roble, define un interesante contraste.
Desde ella se accede a la primera planta, donde se ubica la zona de estar, con acceso directo a la cocina, situada en la cara Sur. Junto a ella queda el comedor, que se puede unir con la espectacular terraza gracias a unas amplias correderas de cristal.
Un tabique de hormigón visto separa la planta del salón de las escaleras. Se trata de un tabique discontinuo que conecta los espacios. La zona del salón se caracteriza por su transparencia, luminosidad y el uso equilibrado de los materiales.
El hormigón visto del tabique se encuentra aquí con el parqué de roble, una alfombra y techos y paredes exteriores pintados en blanco. Los muebles, de cuero blanco, y el bloque de la chimenea, de acero inoxidable, son puntos de contraste.
El arquitecto Pablo Katz ha dado una función práctica a cada elemento. De este modo, el bloque de la chimenea no sólo genera un agradable calor y crea un ambiente muy especial sino que, a su vez, sirve de almacén para leña, separación de estancias y, en el lado de la cocina, de estante para libros.
Por encima del nivel de las estancias comunes de la vivienda se encuentra la planta de los padres y, un piso más arriba, la de los niños. En ambas predomina el color blanco en paredes, suelos y techos. Y, también en ambas plantas, se ha concedido una importancia especial a los baños.
El diseño de los mismos tenía que ser coherente con la filosofía de la casa, por ello se han convertido en espacios independientes en los que los usuarios pueden disfrutar del máximo placer, comodidad y confort. Así, en el baño principal, la bañera, la ducha, el lavabo y el inodoro están compartimentados en zonas separadas. Los propietarios pueden ver una película o escuchar música tanto desde la cama, como de la bañera. Y, bajo la ducha, disfrutan de sus placeres sensoriales. Para equiparlo, los propietarios optaron por la serie 2nd floor, de Duravit, seducidos por su "pureza de líneas y elegancia minimalista"
En el cuarto de baño de los niños, situado en la tercera planta, se ha elegido la serie e-mood, de Duravit: suponía una nota interesante de color, reforzada en este caso por una iluminación cambiante en su cromatismo.
Por último, el paradisíaco jardín de la terraza supone todo un oasis urbano. En él se puede disfrutar de las vistas, broncearse, hacer una barbacoa con los amigos o, simplemente descansar. Incorpora una piscina Sundeck de Duravit, que invita al baño y a la relajación. Esta mantiene el agua a una temperatura constante de 38 ºC, por lo que está siempre lista para el baño.
La bañera rectangular, con revestimiento de madera, puede cubrirse con cojines acolchados, lo que transforma fácilmente la piscina en una gran tumbona. Un toldo blanco se mece sobre el jardín, brindando sombra a sus usuarios o protegiéndolos de la lluvia. Y, si hace mucho viento, se recoge automáticamente.
Vía: diario DESIGN
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