viernes, 11 de junio de 2010

Una bombilla para cada necesidad

Una vez decidido el modo en que se iluminará una estancia, hay que elegir el tipo de bombilla o el foco adecuado. Esta elección se debe realizar de acuerdo a las características del ambiente y el consumo eléctrico de la luminaria.
- Incandescentes. Son las más comunes y antiguas. Aunque son más baratas en el momento de compra, su duración y eficiencia (solo convierten en luz visible un 15% de la energía consumida) hacen que sea la opción menos económica.



- Halógenas. Dan más luz, más blanca y de mayor concentración que las incandescentes. Los niveles de consumo son muy similares al de éstas, pero las lámparas halógenas llegan a durar hasta dos o tres veces más. Emiten una luz constante que se puede regular con facilidad, más clara que las fluorescentes o las bombillas tradicionales. Como elemento decorativo tiene muchas posibilidades, en especial, para crear ambientes cálidos y de luz tenue. Su gran inconveniente es la elevada temperatura que alcanzan, lo que obliga a tomar precauciones para evitar quemaduras si se manipulan encendidas.

- Lámparas de bajo consumo. Son las bombillas que más duran (hasta ocho veces más que una incandescente) y menos consumen. Están indicadas para necesidades de iluminación prolongadas.

- Fluorescentes. Su calidad de luz es buena y son económicas. Duran diez veces más y consumen un 80% menos de energía que las lámparas incandescentes. Resultan rentables en los espacios donde la luz permanecerá encendida durante varias horas como alumbrado general de áreas más bien amplias. Son las más empleadas en las cocinas.

- Dicroicas. Destacan por su brillantez lumínica, que no decae como en el caso de las bombillas de bajo consumo o en las tradicionales. Están indicadas para iluminación de acentuación y decorativa.

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