lunes, 25 de noviembre de 2019

Pink Mama, un reducto comunista en Moscú.

El estudio de interiorismo y diseño Crosby firma Pink Mama. Un restaurante moscovita que reivindica la estética de la Unión Soviética.
En el año 1991, caía uno de los regímenes que marcó la política y el orden mundial durante el siglo XX. La política glásnost y la perestroika económica de Gorbachov acababan con la Unión Soviética. Pink Mama, un restaurante en Moscú, reivindica el pasado de Rusia con un espacio fiel a sus orígenes.
Los colores soviéticos, con especial presencia del rojo -a pesar del equívoco con el nombre del establecimiento-, son la principal fuente de inspiración para Crosby Studios en este espacio.
El estudio capitaneado por Harry Nuriev, con presencia en Nueva York y en Moscú, se ha encargado de reinventar no sólo el interior. Una de sus señas de identidad es la personalización de los muebles y los objetos de arte de todos y cada uno de los proyectos que crea. Con especial atención al detalle en cada rincón: incluido el baño.

Homenaje a la URSS

La auténtica protagonista del espacio es una estrella roja. El símbolo del Ejército Rojo que luchó contra los fascistas en la II Guerra Mundial es también la representación del Partido Comunista ruso. Su significado, universalidad y humanismo, es una bienvenida en toda regla a Pink Mama. Un espacio que es mucho más que un homenaje a la URSS.

El restaurante está dividido en dos zonas, separando de manera clara las actividades diurnas de las nocturnas en un local de ocio. Pink Mama establece así «un contraste perfecto entre la comida y el alcohol», nos explica el estudio.

La primera zona es el bar, presidido por una barra de vivo color rojo como reclamo. El juego de materiales metalizados del espacio de noche completa la paleta de tonos, hasta llegar al rosa que le da nombre.

La segunda zona es un salón espacioso, para comer durante el día. En ella, Nuriev y su equipo han alternado el brutalismo característico de la Unión Soviética con el toque refinado de la Rusia zarista. A través de los materiales y, de nuevo, los colores.

El comedor goza de una altura enorme, con la parte superior en hormigón en crudo. La parte inferior es de paneles semitransparentes en tono verde enmarcados en cobre. El mobiliario, de corte clásico, es de colores pastel verde y rosa en terciopelo.

Fotografía: Mikhail Loskutov
Para más información visiten: Crosby Studios
Vía: Diariodesign






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