jueves, 9 de mayo de 2019

Casa rural VB por Lucas y Hernández-Gil

Villalba de los Barros es un pequeño pueblo del sur de Extremadura, en la comarca denominada Tierra de Barros; una enorme extensión de vides a lo largo de un paisaje suavemente ondulado que destaca por el color rojo intenso de las tierras arcillosas que le dan nombre. Sobre la planicie destaca la torre del antiguo castillo de Villalba, una construcción fortificada de los tiempos de frontera en la Reconquista, que domina el pequeño pueblo de pequeñas casas encaladas. Una de estas casas, quizá la más singular, ubicada en la plaza principal y construida en el siglo XVIII, es el punto de partida para su proyecto.
Se trata de una hospedería rural que se adapta con escrupuloso respeto a la arquitectura original, poniendo en valor y realzando todas las fortalezas originales perdidas con el paso de los tiempos, pero también adaptando e incorporando el nuevo uso y sus requerimientos desde una perspectiva contemporánea. La casa, de dos plantas, posee una configuración típica, con tres crujías de muros de carga y bóveda extremeña en planta baja, se abre a la plaza de entrada por un lado y a un pequeño patio por el otro. En este nivel se ha incluido toda el área social: zaguán, salón, cocina, comedor y patio.
Se recuperaron los espacios originales, pero además se incluyeron nuevas aperturas hacia el patio y entre estancias para abrir así perspectivas y conseguir más luminosidad. Desde un punto de vista material se ha empleado un mortero de cal en bruto en todas las paredes y pintura a la cal en las bóvedas. El pavimento de barro original se había perdido por completo, pero acudieron a alfareros de la zona que les fabricaron artesanalmente nuevas piezas. De textura y vibración similar a los antiguos pavimentos, Solamente la disposición diagonal e irregular de los dibujos, en referencia especular de los techos, permite diferenciar y datar está solería como contemporánea.
Este ladrillo manual se extiende también en el exterior por el patio hasta el borde de la pequeña alberca que se ha construido para refrescar los calurosos días de verano. El trabajo de carpintería también destaca, tanto por la cuidadosa restauración de los elementos originales, ricamente decorados, como por el trabajo en las nuevas puertas, ventanas, fraileros y sus herrajes. El conjunto de dormitorios se ha llevado a la planta alta, un antiguo sobrao, que se usaba como almacén y para curar matanzas. Este nivel se ha estructurado de nuevo casi por completo, pero tanto en las características de escala, acabados y mobiliario se ha querido mantener la atmósfera y carácter singular de la casa.
La casa rural cuenta con 3/4 dormitorios y tres baños, zaguán, salón, cocina, comedor, patio y bodega. Está dotada de instalaciones modernas para asegurar el confort. Se ha tenido especial cuidado tanto en el uso de materiales como de sistemas de climatización, en su sostenibilidad, en línea con la lógica que la propia arquitectura vernácula representa. Su objetivo y el mayor logro en este proyecto ha sido fundir su intervención con la arquitectura preexistente en un proceso de desocultación, desvelamiento en el que su mano casi desaparece para que cada elemento encuentre su orden natural. Su expresión verdadera.

Para más información visiten: Lucas y Hernández-Gil




































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