jueves, 17 de enero de 2019

Jardines Zen, de la filosofía al proyecto

Los jardines Zen son en Japón proyectos cargados de significado. Sobre ellos se pueden realizar lecturas de ideas filosóficas, se pueden encontrar motivos representando el Budismo, el Shintoismo, el Taoismo o las lecciones de Confucio. Pero sobre todo lo que ha interesado a la cultura occidental para incorporar su fórmula en los proyectos de espacios públicos, es que sin necesidad de reconocer estas lecturas, los jardines Zen tienen en común la capacidad para abstraer la mente y fomentar una relajación que nos permita abrirla y ver la vida desde otras perspectivas.
El diseñador de jardines Zen se convierte así en una especie de poeta, donde predomina el lenguaje Haiku en lugar de lo que sería un literata barroco para un jardín imperial.
Los jardines Zen difieren en la intención simétrica
 que vemos en la mayoría de jardines en palacios occidentales, también difieren en el diseño de su escala. El jardín Zen contempla la naturaleza para incorporar elementos de forma narrativa como si se tratara de un cuento: un río que hace un recorrido artificialmente provocado, con curvas más pronunciadas, es cruzado por un pequeño puente elevado desde el que se divisa una pequeña cascada y unas formas de isla (rocas naturales) que tratan de imitar los caprichos de la naturaleza, tienen en realidad una intención para el diseñador en disponerlas en su lugar o en respetarlo.
Algo que nos recuerda a la forma en como cuando se trabaja el crecimiento del Bonsai, porque los jardines Zen se diseñan queriendo representar la manera en que los elementos naturales agua, rocas y plantas aparecen en la naturaleza.
Vale la pena entender que la idea en cómo se disfruta el jardín Zen parte del simple ejercicio de sentarse en él. Un acto en sí mismo sencillo, que no llama directamente a la meditación como entendemos en occidente, pero que invita a la contemplación y la limpieza de pensamientos. Este precepto nos debería ayudar a la hora de diseñar jardines inspirados en los jardines Zen.
En occidente se ha incorporado la estética sin tener tan en cuenta esta finalidad, pero precisamente lo que clama el saber hacer de la filosofía oriental es la intención que hay detrás y el hecho de crear alrededor de dicha intención, en lugar de trasladar conceptos estéticos de por sí, se fomenta el uso de materiales locales y formas que ayuden a los usuarios del jardín a contemplar la belleza, sentarse y sentirse en calma, teniendo en cuenta que la filosofía Zen enseña sobre las virtudes de la pobreza y el significado de vivir una vida en austeridad.
En cierto modo pretende trasladarnos a valores esenciales con la espiritualidad del hombre y por ello el tipo de diseño en el proyecto debe pensarse de forma esencialista. La sobreornamentación, los colores o materiales artificiales así como las tendencias no tienen por ello cabida en el diseño de jardines Zen.
Los peldaños de piedra que indican el recorrido son habituales tanto con formas irregulares como con intención de generar mosaicos para indicar con el pavimento el camino en que pisar sobre el jardín con el destino de por ejemplo un pequeño pozo de agua.
El paso del tiempo es una variable de diseño en los jardines japoneses, que tienen en cuenta los colores de pétalos de flores y hojas según las estaciones, la caída de estas sobre los suelos como lienzos de pinceladas que mezclaran la combinación de colores en degradados. Según las inclemencias del tiempo, la lluvia o el viento, también se tiene en cuenta que cambiarán el paisaje y que habrá que intervenir para la recolocación de por ejemplo la grava blanca.
Una de las imágenes que más asociamos al jardín zen es precisamente el de la grava blanca peinada con un rastro de madera para generar dibujos que principalmente imitan las ondas del agua, con la idea de fluidez o de estanqueidad. Se trata de líneas paralelas rectas u onduladas. Alrededor de las piedras se peinan en círculos como si se tratara de las ondas concéntricas que genera una gota al caer sobre el agua, cada vez más amplias.
Un elemento que muestra la diferencia a la hora de pensar en el diseño de un jardín Zen con la forma de proyectar occidental, es el diseño del sonido. Se colocan bambús o pinos especialmente para generar un sonido con el viento que es considerado todo un placer. Lo mismo sucede con el sonido del agua, el diseño de la cascada se tiene en cuenta según cómo sonará al paso del agua entre las distancias verticales, las rocas, la velocidad,…
En origen, muchos de los diseños de jardines Zen se vinculan a la ceremonia del té que tendría lugar en ellos. Alrededor de este ritual existe infinidad de terminología y el campo de estudio de los Jardines Zen se profundiza tanto como quiera el investigador.
Para arquitectos y paisajistas, Kyoto es la visita obligada para inspirarse en la realización de jardines de este tipo. El templo Daitoku-ji alberga en su interior el subtemplo Shinju-an, con un famoso jardín Zen del siglo XIV.

Vía: Detailers

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