El estudio de arquitectura y diseño búlgaro con sede en Sofía, Another Studio, no podía haber elegido mejor lugar para trabajar sintiéndose ‘como en casa’. Sus fundadores, Andrey Andreev y Petya Nikolova, han reconvertido un apartamento de 120 metros cuadrados, situado en el edificio residencial que ellos mismos construyeron en 2014, en un acogedor estudio que han bautizado como Another Space.
La pareja, que apuesta por la sencillez en sus intervenciones, ha transformado por completo el espacio original, demoliendo la mayoría de los tabiques y manteniendo sólo la estructura. Un espacio fluido, donde librerías semipermeables hechas a medida con cubículos, cajones y armarios, planos acristalados, puertas correderas y grandes cortinas definen sin separar las distintas áreas, que quedan conectadas visualmente.
“Creemos que una de las principales funciones de la arquitectura es crear conexiones” apuntan los arquitectos, que han ordenado el espacio en dos áreas de trabajo –con capacidad para 2 y 5 personas–, una zona de trabajo en maqueta, una sala de reuniones, una cocina, un baño y dos pequeños balcones. “Se trata de fortalecer el espíritu de trabajo, sin por ello ‘robar’ a nadie su propio espacio personal”, añaden.
Presidido por una gran mesa con tres módulos en forma de Y, con espacio suficiente para que trabajen hasta 5 o 6 personas, el espacio principal de trabajo cuenta con una gran variedad de sillas que combinan diseños clásicos con otros contemporáneos.
Tanto la librería que separa las dos zonas de trabajo, como la que independiza la de menor dimensión de la cocina –que incorpora además armarios empotrados y una zona de percheros–, pueden ser utilizadas desde ambos lados. Muy versátil, la que independiza la sala de reuniones de la de maquetas contiene piezas que al extraerse pueden ser utilizadas como mesas y sillas auxiliares.
Las grandes cortinas de algodón blanco contrastan con los muebles, de contrachapado de pino y metal pintado en negro. Plantas en grandes macetas, bombillas desnudas colgadas de cables que penden del techo y arcos puntiagudos completan el original diseño.
En el pavimento se ha optado por combinar el parquet de roble, dispuesto con distintos patrones, de la zona de trabajo, con los azulejos cerámicos de la entrada, la cocina y el baño. Con coloridos motivos, estas baldosas aportan un toque hogareño al espacio.
“Creemos en la arquitectura discreta, que no se impone ni manifiesta de forma agresiva, sino que se deja experimentar”, apuntan los arquitectos, para quienes la arquitectura debe a contribuir a la felicidad de sus usuarios.
No hay comentarios:
Publicar un comentario