martes, 25 de abril de 2017

Hobo, hotel neo-hippie en Estocolmo.

Asentado en Berlín y conocido por su ‘funcionalismo creativo’, Werner Aisslinger es el autor del este hotel en Estocolmo. Hobo es el primer proyecto del prestigioso diseñador en Suecia, que además de ofrecer una experiencia holística al viajero forma parte del proyecto de recuperación de Brunkebergstorg como el lugar de moda que originalmente era.
Situado en un edificio brutalista de la década de 1970, el hotel boutique alberga 201 habitaciones de 4 categorías distintas y dos plantas ocupadas íntegramente por espacios sociales, con un restaurante, un bar, salas para eventos y la ‘zona emergente’ o SPACEby.
Hobo – vagabundo en inglés – se inspira en el estilo de vida viajero de la América de los años 30. Un nombre que, según cuentan los responsables del hotel, “hace referencia a una persona reflexiva, socialmente consciente y curiosa, que se ve a sí misma como un ciudadano del mundo”.
El diseñador ha colaborado con conocidas marcas internacionales, así como con algunos de los principales creativos locales, junto a los que ha desarrollado un interesante concepto espacial y de diseño. Desde la familia de luminarias Hobo Lighting Family, hecha a medida por Aisslinger, Tina Bunyaprasit y el fabricante de lámparas Wästberg, iluminan zonas públicas y privadas; a la instalación de pared de Teenage Engineering o las obras de arte de los ascensores, obra del dúo creativo Vår.
La intervención juega con los contrastes entre los elementos naturales y las innovaciones tecnológicas, con un sistema acuapónico para la agricultura urbana, donde se cultivan hierbas y otros productos utilizados en el restaurante. Un espacio donde el urbanismo y el diseño moderno se encuentran con la naturaleza y la tradición local.
“He querido crear una experiencia de viaje única y moderna, con un cierto toque hippie” explica su autor. Aisslinger ha apostado por un diseño que busca en todo momento sorprender al viajero a través de gestos memorables, como la colocación de las camas, en el centro de la habitación y con el cabecero frente a la puerta. Grandes ventanales permiten disfrutar de impresionantes vistas sobre la ciudad báltica.
Con un diseño funcional y soluciones de almacenamiento flexible, las habitaciones hacen que los huéspedes puedan sentirse como en casa. La generosa altura de la cama permite guardar las maletas bajo la cama, y el cabecero no sólo funciona como elemento separador, sino que además puede ser utilizado a modo de escritorio o como una práctica unidad donde colgar pertenencias personales.
Algunas de las paredes de los dormitorios se han revestido de madera, con pequeñas clavijas de las que cuelgan útiles dispositivos que los visitantes pueden tomar prestados.
La iluminación satisface las muy diferentes necesidades de cada estancia, aportando además un punto unificador al espacio y un perfecto equilibrio entre la continuidad estética y una muy cuidada y animada mezcla de formas y color.

Para más información visiten: HoboStudio Aisslinger
Vía: diarioDESIGN










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