Descripción de los arquitectos. El restaurante está ubicado en un centro comercial al Sur de la Ciudad de Guadalajara, México. El reto principal del proyecto consistió en generar el diseño para una unidad nueva, inspirado en un concepto con casi dos décadas de trayectoria. A lo largo de los últimos 18 años, el restaurante La Tequila se ha consolidado como el referente más emblemático de cocina Mexicana de la ciudad y había fraguado una identidad estética y arquitectónica particular que debía ser abordada.
La nueva unidad debía desarrollarse en un espacio más reducido al del primer restaurante, y debía acomodar una operación simplificada para facilitar la replicación del concepto. El primer paso del diseño consistió en determinar un esquema de distribución óptimo para el programa. El plano original del local contemplaba la construcción de una entreplanta en el sentido transversal del sitio. Se decidió reorientar la entreplanta en el sentido longitudinal, debajo del cual habría más espacio para ubicar todas las áreas de cocina. Esta reconfiguración nos permitió crear una cocina a la vista del público, que hiciera evidente la secuencia de preparación y entablara un dialogo con el comedor que no existía en el primer restaurante. Asimismo, un frente de cocina más amplio resultó en una ventaja operativa al generar más espacio de barra para despachar platos, así como un corredor de servicio más generoso. Por otro lado, la decisión de despejar el eje longitudinal del local permitió la circulación de vientos dominantes, controlada mediante ventanales abatibles, para ventilar el espacio de manera natural.
Se diseñó una escalera de herrería que se inserta en el centro del local y conduce a la entreplanta en zig-zag. Existe un descanso en el quiebre de la trayectoria de la escalera que se proyecta hacia el salón de doble altura y sirve como un podio desde donde es posible impartir periódicos maridajes y conducir eventos.
El área exterior al norte del local alberga la terraza y la barra de bebidas. Éste último elemento es una continuación de la barra de cocina en el interior, y se proyecta como un elemento protagonista a la vista de todos los visitantes de la plaza. La barra cuenta con bancos altos para dar servicio a comensales; su disposición oblicua incentiva la conversación de dos personas sentadas en frentes contiguos.
Para imprimirle identidad al espacio fue necesario extraer los elementos más representativos del concepto existente y procesarlos. Algunos elementos fueron traducidos intactos, mientras que otros fueron reinterpretados. Se conservó el ladrillo de lama, tan característico del edificio actual, pero se ensambló a hueso para lograr una estética más contemporánea. Hacia la fachada sur las franjas de ladrillo alternan con vacíos para formar una celosía. Durante el día el comedor se inunda de luz natural que se cierne por el ventanal sur, a través de la celosía, y por un tragaluz amplio que se suspende por encima de la escalera. El piso del interior consiste en un tapiz de mosaico tradicional de la región, estampado con un patrón geométrico en tonos claros que ayuda a amplificar el paso de la luz en el salón. La madera es otro elemento clave rescatado del concepto madre; se empleó para la construcción de todo el mobiliario y para el revestimiento de plafones. La textura burda en los materiales es la gran constante en el restaurante. La amalgama de textura y apariencia rústica a través de un lenguaje contemporáneo es análoga a la cocina del restaurante, que rescata recetas Mexicanas tradicionales y las transporta a un contexto actual.
Para más información visiten: LOA
Vía: Plataforma Arquitectura
La nueva unidad debía desarrollarse en un espacio más reducido al del primer restaurante, y debía acomodar una operación simplificada para facilitar la replicación del concepto. El primer paso del diseño consistió en determinar un esquema de distribución óptimo para el programa. El plano original del local contemplaba la construcción de una entreplanta en el sentido transversal del sitio. Se decidió reorientar la entreplanta en el sentido longitudinal, debajo del cual habría más espacio para ubicar todas las áreas de cocina. Esta reconfiguración nos permitió crear una cocina a la vista del público, que hiciera evidente la secuencia de preparación y entablara un dialogo con el comedor que no existía en el primer restaurante. Asimismo, un frente de cocina más amplio resultó en una ventaja operativa al generar más espacio de barra para despachar platos, así como un corredor de servicio más generoso. Por otro lado, la decisión de despejar el eje longitudinal del local permitió la circulación de vientos dominantes, controlada mediante ventanales abatibles, para ventilar el espacio de manera natural.
Se diseñó una escalera de herrería que se inserta en el centro del local y conduce a la entreplanta en zig-zag. Existe un descanso en el quiebre de la trayectoria de la escalera que se proyecta hacia el salón de doble altura y sirve como un podio desde donde es posible impartir periódicos maridajes y conducir eventos.
El área exterior al norte del local alberga la terraza y la barra de bebidas. Éste último elemento es una continuación de la barra de cocina en el interior, y se proyecta como un elemento protagonista a la vista de todos los visitantes de la plaza. La barra cuenta con bancos altos para dar servicio a comensales; su disposición oblicua incentiva la conversación de dos personas sentadas en frentes contiguos.
Para imprimirle identidad al espacio fue necesario extraer los elementos más representativos del concepto existente y procesarlos. Algunos elementos fueron traducidos intactos, mientras que otros fueron reinterpretados. Se conservó el ladrillo de lama, tan característico del edificio actual, pero se ensambló a hueso para lograr una estética más contemporánea. Hacia la fachada sur las franjas de ladrillo alternan con vacíos para formar una celosía. Durante el día el comedor se inunda de luz natural que se cierne por el ventanal sur, a través de la celosía, y por un tragaluz amplio que se suspende por encima de la escalera. El piso del interior consiste en un tapiz de mosaico tradicional de la región, estampado con un patrón geométrico en tonos claros que ayuda a amplificar el paso de la luz en el salón. La madera es otro elemento clave rescatado del concepto madre; se empleó para la construcción de todo el mobiliario y para el revestimiento de plafones. La textura burda en los materiales es la gran constante en el restaurante. La amalgama de textura y apariencia rústica a través de un lenguaje contemporáneo es análoga a la cocina del restaurante, que rescata recetas Mexicanas tradicionales y las transporta a un contexto actual.
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Vía: Plataforma Arquitectura
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