lunes, 25 de noviembre de 2013

Saunas, calor terapéutico

Originarias del norte de Europa, las saunas cada vez más tienen más éxito en nuestro país. El calor en nuestro cuerpo produce una serie de beneficios que refuerzan nuestra salud tanto física como mental. A la hora de realizar una sesión de sauna conviene recordar que es importante hacerlo con tranquilidad. El tiempo para una sesión de sauna normal oscila entre una hora y media como máximo, aunque el tiempo máximo en cabina no debe ser superior a los 40 minutos, y la temperatura deberá oscilar entre los 80 y 90º, nunca superar los 100º.


Antes de entrar en una sauna deberemos darnos una ducha con agua caliente y jabón, y una vez fuera de la ducha ya podemos entrar en la sauna sin siquiera esperar a secarnos.
Una vez dentro buscaremos la mejor forma de relajarnos. Podemos sentarnos o tumbarnos en los bancos, y deberemos hacerlo sobre una toalla para evitar quemarnos. En la medida de las posibilidades de la sauna, nos sentaremos en el banco intermedio o superior, ya que colocarse en el banco inferior sobrecarga el corazón.
Hay personas a las que encontrarse la sudoración continuada les puede llegar a producir sensación de agobio, y en ese caso sin duda deben salir de ella. Ese es el punto donde se obtienen los efectos beneficiosos.
Dentro de la sauna debemos respirar por la boca, y en todo momento debemos tratar de hacer de una forma relajada.  Cuando nos vayamos a disponer a salir, debemos hacerlo de forma pausada y metódica. Si estamos tumbados, lo primero que debemos hacer es sentarnos y permanecer en esta postura unos dos o tres minutos, después nos levantaremos suavemente.
Una vez fuera deberemos volver a tomar una ducha, en esta ocasión de agua fría, comenzando por los pies e ir subiendo hacia el centro del cuerpo. Esta ducha nos refrigerará el organismo y el contraste de temperaturas hará que aumente la circulación sanguínea por la superficie corporal. Después es recomendable descansar durante 10 o 15 minutos.
Los beneficios de la sauna:
Regula la presión sanguínea, dilata los bronquios y mejora el ritmo cardíaco y circulatorio. Sin embargo, la sauna no está recomendada para las personas con determinadas afecciones cardíacas.
Ayuda a reducir la celulitis y adiposidades, agua y desechos atrapados en receptáculos bajo la piel.
Contribuye a que los vasos sanguíneos periféricos se dilaten, aliviando y curando las lesiones en músculos y tejidos blandos.
Reduce el estrés y la fatiga, relajando los nervios crispados y los músculos anudados.
Quema calorías.
Mejora la piel, arrastrando células muertas e impurezas.
Potencia la aplicación de lodos, fangos y cremas, asegurando una mayor penetración.
Alivia la artritis, torceduras, neuralgias, espasmos musculares, rigidez articular y muchas dolencias óseo-musculares.
El aumento de circulación sanguínea estimula las glándulas sudoríparas, liberando toxinas acumuladas, así como alcohol, nicotina, sodio, ácido sulfúrico y colesterol.
Actualmente, en el mercado hay una amplia gama de saunas tanto para el exterior de su casa  como para el interior,  es cuestión de buscar la que mejor se adapta a nuestras necesidades y a las dimensiones de nuestro hogar, y disfrutar de ella y de sus beneficios.

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