Con claras influencias neoyorkinas y londinenses, este restaurante madrileño apuesta por ser un espacio diferente: por su emplazamiento, por su arquitectura, por su cocina y por su carta de vinos. El singular local de Seis Ocho surge de la colaboración entre 3G Office (una empresa multinacional de servicios de consultoría, ingeniería y arquitectura corporativa) y el reconocido ilustrador Santiago Morilla.
El establecimiento toma el nombre de su ubicación, en la calle Albasanz 68 (Metro Suances) en una zona industrial que recuerda al barrio londinense de Shoreditch. Para los autores del proyecto arquitectónico, el encargo supuso el reto de generar un lugar agradable donde estar y permanecer relajadamente, dentro de un contexto urbano en proceso de cambio y readaptación como lo es el polígono empresarial de Julián Camarillo. Este entorno industrial y empresarial constituyó el principal argumento para definir un ambiente informal y contemporáneo.
Las obras necesarias para desmontar todos los elementos preexistentes se convirtieron en una exploración para descubrir las partes normalmente ocultas del edificio que formarían parte de la estética definitiva del local. Se optó por dejar a la vista todos los elementos constructivos posibles, paredes de ladrillo, vigas metálicas y de hormigón, etc. El falso techo existente se sustituyó por una malla metálica tipo deployé sin tratar, dejando las instalaciones vistas pintadas de negro y aportando una imagen diáfana e industrial. El anterior suelo de madera laminada se desmontó descubriendo una superficie de hormigón que se endureció con resinas de poliuretano para permitir el tránsito.
Aprovechando la amplitud del salón a doble altura y para acentuar su escala, todos los nuevos elementos decorativos de trataron en paños de grandes dimensiones. La fachada se definió con una celosía de grandes lamas de madera sin tratar, que recuerdan las cajas de embalaje industrial y tamizan las vistas desde el exterior generando un espacio interior íntimo sin cerrarlo excesivamente.
Se emplearon grandes superficies de acero corten en la terraza exterior, el frente de la escalera y la fachada de la cocina, esta última se trató como una fachada urbana, perforándola con ventanas en distintos sitios para generar vistas que integraran la cocina y el salón.
El punto focal de la sala se proyectó en un mural-grafitti de grandes dimensiones, obra del reconocido ilustrador Santiago Morilla. La imagen de un ejecutivo comiendo unos particulares spaguetti acentúa el espíritu desenfadado del local.
Esta apariencia urbana e internacional, no deja de lado el alma que aporta la cuidada cocina de autor de Antonio Carame, su jefe de cocina, que junto a la propietaria del local Begoña Fraire (ex Loft 39 y propietaria del catering Foodtimesandco) son las cabezas visibles de un equipo joven y con muchas ganas que no tiene miedo de abrir un establecimiento innovador en estos tiempos difíciles para la hostelería.
En Seis Ocho se puede disfrutar de los platos de la carta o de sus menús degustación en la sala principal, de sus tapas de Gastrobar en la barra o la terraza, o de la experiencia de comer o cenar en su “Mesa familiar”.
A través de este nuevo proyecto, el restaurante invita a sus clientes a disfrutar de su mesa, de la mesa en la que trabajan, donde crean sus platos y discuten sobre vinos. La mesa donde comen, prueban las nuevas creaciones, y que les gusta comparar con las de las antiguas masías, donde todos se reunían para comer, charlar y reír al final del día. La mesa familiar es una mesa para sentir, escuchar, oler y ver lo que sucede en la cocina, puertas adentro. Una experiencia distinta a la que se vive en la sala de cualquier restaurante.
Seis Ocho es en definitiva un local vanguardista que demuestra que hay vida gastronómica, y mucha, más allá del centro de Madrid.
Para más información visiten: Restaurante Seis Ocho, 3G Office, Santiago Morilla
Vía: diarioDESIGN
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