Alfons Tost Interiorisme ha ideado en el nuevo restaurante Fastvínic de Barcelona una atmósfera informal para comer el más socorrido, modesto y popular de los platos: el bocadillo. Ingredientes de proximidad y concepto de autoservicio en un local con varios ambientes que propone usos a la carta.
En palabras de sus autores, Alfons Tost Interiorisme, "Fastvínic nace como un proyecto pensado desde el compromiso medioambiental y bio sostenible". El punto de partida: se buscaba un espacio funcional y desdramatizado, donde el usuario circula libremente gozando del concepto del autoservicio.
El local tiene dos niveles; la planta baja, con forma de "U", donde se encuentran la cocina y el comedor, y la planta sótano, que alberga los baños y zonas de servicio. En la primera, a pie de calle, un único elemento resigue el espacio de forma perimetral. Se trata de un "mecano-estantería" autoportante que soluciona las necesidades decorativas y de almacenaje de cada uno de los espacios. Así, se transforma en asientos en el comedor, en barra en el pasillo y acoge las máquinas especializadas para el vino y reciclaje.
Todos estos elementos están diseñados para poder ser desmontados y reciclados. Asimismo, la parte superior de este mecano sirve como soporte de plantas, elementos que ayudan a la regeneración del oxígeno y una clara alusión al compromiso del local con la naturaleza.
La cocina, situada en la entrada, se ha equipado como un espacio domestico por sus colores y materiales. Tiene la intención de actuar como un escaparate donde el cliente, antes de escoger el menú, goza del proceso interno de la cocina. En el sótano, por su parte, dos grandes volúmenes forrados con madera de pino conforman las diferentes zonas de servicios.
Los criterios sostenibles han guiado el proyecto a todos los niveles. Desde la elección de los materiales, como la madera FSC (proviene de bosques de tala controlada), pasando por los consumos energéticos: toda la iluminación del local se ha equipado con LEDs, se han instalado electrodomésticos eficientes, se recuperan y tratan las aguas grises... De hecho, excepto las copas y las bandejas, todo el material servido en Fastvínic se recicla y se transforma en nutrientes gracias a su compostabilidad. También el packaging es 100% reciclable y, para cerrar este ciclo, el restaurante recicla todo el residuo que genera.
En este sentido, Fastvínic ha solicitado la certificación LEED (Liderazgo en Diseño Energético y Medioambiental), otorgada por el Green Buiding Council de Estados Unidos. Este certificado, considerado el máximo referente internacional en el diseño, construcción y operación de edificios ecológicos de alto rendimiento. Abarca todo lo concerniente al interiorismo y la actividad diaria: interiores saludables, materiales y mobiliario ecológicos, máximo ahorro energético e hídrico, y la garantía de que los residuos y emisiones contaminantes se minimizan y se gestionan adecuadamente.
La parte gráfica, obra de Dani Buch y Judit Prat, se plasma en unos "personajes-ingredientes" presentados con actitudes típicamente catalanas, como bailando sardanas o haciendo las tradicionales torres humanas o castellers. Una estética que ayuda a reivindicar el concepto Km 0: producto de proximidad.
Vía: diarioDESIGN
En palabras de sus autores, Alfons Tost Interiorisme, "Fastvínic nace como un proyecto pensado desde el compromiso medioambiental y bio sostenible". El punto de partida: se buscaba un espacio funcional y desdramatizado, donde el usuario circula libremente gozando del concepto del autoservicio.
El local tiene dos niveles; la planta baja, con forma de "U", donde se encuentran la cocina y el comedor, y la planta sótano, que alberga los baños y zonas de servicio. En la primera, a pie de calle, un único elemento resigue el espacio de forma perimetral. Se trata de un "mecano-estantería" autoportante que soluciona las necesidades decorativas y de almacenaje de cada uno de los espacios. Así, se transforma en asientos en el comedor, en barra en el pasillo y acoge las máquinas especializadas para el vino y reciclaje.
Todos estos elementos están diseñados para poder ser desmontados y reciclados. Asimismo, la parte superior de este mecano sirve como soporte de plantas, elementos que ayudan a la regeneración del oxígeno y una clara alusión al compromiso del local con la naturaleza.
La cocina, situada en la entrada, se ha equipado como un espacio domestico por sus colores y materiales. Tiene la intención de actuar como un escaparate donde el cliente, antes de escoger el menú, goza del proceso interno de la cocina. En el sótano, por su parte, dos grandes volúmenes forrados con madera de pino conforman las diferentes zonas de servicios.
Los criterios sostenibles han guiado el proyecto a todos los niveles. Desde la elección de los materiales, como la madera FSC (proviene de bosques de tala controlada), pasando por los consumos energéticos: toda la iluminación del local se ha equipado con LEDs, se han instalado electrodomésticos eficientes, se recuperan y tratan las aguas grises... De hecho, excepto las copas y las bandejas, todo el material servido en Fastvínic se recicla y se transforma en nutrientes gracias a su compostabilidad. También el packaging es 100% reciclable y, para cerrar este ciclo, el restaurante recicla todo el residuo que genera.
En este sentido, Fastvínic ha solicitado la certificación LEED (Liderazgo en Diseño Energético y Medioambiental), otorgada por el Green Buiding Council de Estados Unidos. Este certificado, considerado el máximo referente internacional en el diseño, construcción y operación de edificios ecológicos de alto rendimiento. Abarca todo lo concerniente al interiorismo y la actividad diaria: interiores saludables, materiales y mobiliario ecológicos, máximo ahorro energético e hídrico, y la garantía de que los residuos y emisiones contaminantes se minimizan y se gestionan adecuadamente.
La parte gráfica, obra de Dani Buch y Judit Prat, se plasma en unos "personajes-ingredientes" presentados con actitudes típicamente catalanas, como bailando sardanas o haciendo las tradicionales torres humanas o castellers. Una estética que ayuda a reivindicar el concepto Km 0: producto de proximidad.
Vía: diarioDESIGN
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