Entre finales del siglo XIX y principios del XX tuvo lugar un curioso éxodo, dado que gente procedente de metrópolis imperialistas se mudaban a las colonias anexadas tras las luchas expansionistas. La búsqueda de recursos naturales más allá de las fronteras de determinados países, provocó un importante traslado de europeos a los terrenos conquistados, instaurando la convivencia de lo autóctono con lo urbano. Fue así como se mezclaron costumbres españolas co latinoamericanas, y francesas e inglesas con asiáticas.
Son muchos los que creen que lo colonial sólo atañe a las haciendas y casas señoriales del otro lado del atlántico, pero Oriente también contribuyó a la definición de este estilo. La clave de la producción estaba en que los emigrantes europeos tuvieron que aplicar las técnicas que conocían a las materias primas que les proporcionaba su nuevo entorno. De este modo, el sello artesanal distingue las piezas coloniales. Hoy en día, muchas firmas comercializan estos productos, manteniendo su espíritu intacto, pero sometiéndoles a procesos de control de calidad.
Mantener el alma del pasado
Cuando comenzaron a circular los primeros cauces de inmigración europea hacia los contienentes americano y asiático, tuvo lugar la constitución de las denominadas colonias. La supervivencia obligó a los recién llegados a fabricar su propio mobiliario, de aspecto algo tosco y rudimentario al principio, y más definido a medida que éstos se volvían sedentarios. Esta artesanía se caracterizaba por utilizar maderas autóctonas cpmp la teca y el iroco.
El primer mandamiento para importar la belleza tranquila y las líneas sosegadas de este estilo, es respetar la infraestructura de la casa en el caso de que se adquiera, y reformar y añadir las molduras, en el supuesto de que queramos empezar de cero en nuestro inmueble. Tendremos que emplear grandes dosis de esfuerzo si queremos darle a los muebles un toque artesanal. Por norma general, los barnices pierden ventaja frente a las ceras tradicionales, que dotan a estos elementos de madera de aire rústico y falsa vejez.
Se hará especial hincapié en las bisagras y demás engranajes de hierro y acero de puertas y ventanas. Pero tampoco hay que pasar por alto el dotar de brillo a las vigas que sirven de apoyo al techo y a las que lo cruzan en forma de artesonado, unn entramado que transfiere un toque rústico a todo el conjunto.
Tejidos y materiales
Las telas preferidas del estilo colonial son el lino, el algodón o cualquier tejido de origen natural, como la rafia o la arpillera. Nuestros sofás y cortinas se beneficiarán de la ligereza de estos materiales, llenándose de melancolía y pasado.
En el aseo, las toallas pueden llevar bordados y puntillas. El color por excelencia es el blanco y toda su familia cromática, como la del beige y los marrones. No obstante, nuestro hogar puede contar también con tonos más fríos, pero siempre dentro de las tonalidades suaves: violeta, turquesa, lila o malva.
Pero al contrario de lo que pudiera parecer, la modernidad también tiene un hueco en este estilo, de la mano de pequeños detalles en acero y forja como remates en mesas o sillas, adornando sutílemente una lámpara o de suplemento ideal en estancias tan dispares como el baño o la cocina. Los metales resltarán más en su visión brillante, si es que somos atrevidos, o pasarán despercibidos en su tipología mate, si somos más resevados.
El suelo no debe dejarse desnudo. Unas alfombras de esterilla o con tupidos flecos harán que la habitación adquiera una nueva dimensión. También hay que considerar el encanto de los rincones ornamentados con alguna pieza de exterior, que ahora cobrará protagonismo con flanqueada por cuatro paredes. Sirvan de ejemplo las butacas de jardín, e incluso una jaula de mimbre o una hamaca que hará las delicias de sus ratos dedicados a la lectura.
Accesorios, toques llenos de personalidad
Por todos es sabido que lo que verdaderamente imprime personalidad a la decoración del hogar son los complementos y accesorios. Dentro del estilo colonial, lo natural se impone y va más allá de los tejidos y el mobiliario. Está en nuestras manos el que nuestra mesa, por ejemplo, transmita un mensaje diferente con un cuenco de fibra lleno de semillas coloreadas y hojas secas o con un jarrón de mimbre con tallos de bambú.
Si disponemos de retratos en sepia, su colocación producirá a la vista un efecto maravilloso. Y por último, ¿Qué tal un ventilador de aspas de madera en el techo de la biblioteca, despacho o salón?. Este, aparte de ser tremendamente útil en los días calurosos, dará un toque diferente a la estancia.
Referentes que no pueden faltar son la cama con dosel dentro del dormitorio. El descanso dentro del estilo colonial respira clasicismo, se viste de cortinas de tul y de bordados en las colchas. Un baúl grande e imponente a los pies del lecho, un biombo en la parte más estratégica del aposento privado y unas celosías a modo de contraventanas, redondearán la intención haciéndola perfecta.
Por ello, si es partidario de volver la vista atrás y llenar su hogar de notas artesanas, componer una melodía colonial será sencillo y el resultado final le complacerá totalmente.
Vía: facílisimo.com
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