Entre las tendencias modernas en decoración, el Kitsch se presenta como un estilo que expresa de manera exagerada el uso de las formas y colores. Surge como producto del consumismo, de la globalización y de las fortunas rápidas, asociado a una clase media emergente.
El término Kitsch tiene sus raíces en el idioma alemán y si bien no tiene una traducción fiel al español, puede entenderse como la tendencia que desprecia lo funcional. Si el minimalismo se caracteriza por expresar la belleza a través de la simpleza de las formas, colores y volúmenes, el Kitsch insiste en el uso, a veces exagerado y discordante, de formas, colores y texturas.
Los colores preferidos en esta tendencia son vivos y llamativos: rosados intensos, rojos encendidos, azules y verdes. Las texturas suelen ser muy variadas e incluyen pieles, plástico, vidrio, cristal, papeles...En cuanto a las formas, estas suelen ser poco funcionales y tienden más bien a ser aparatosas y hasta complicadas.
Como objetos de decoración se prefieren aquellos con marcada tendencia industrial, dejando de lado lo artesanal. Pequeños adornos de los más diversos estilos, materiales y procedencias suelen formar parte de la decoración: estatuillas, ceniceros, miniaturas de animales, flores de cerámica, santos, elementos retro y estampas. El tipo de cosas que podríamos encontrar en tiendas de "todo a un euro".
Los materiales utilizados suelen ser a veces imitaciones de otros más caros. Como ejemplo podemos citar: mayólicas que imitan mármol, adornos de resina simulando pedrería fina o piezas de plástico que simulan metales.
Curiosamente, los objetos pueden ser atractivos individualmente, pero la forma en la que se ordenan, soperponiéndose de un modo anárquico, da como resultado un conjunto que parece desafiar las premisas del buen gusto.
Es justamente la no intencionalidad, el amontonamiento espontáneo, el acomodo con el tiempo, lo que define de buena manera esta tendencia... la ornamentación exagerada sobre la funcionalidad.
El término Kitsch tiene sus raíces en el idioma alemán y si bien no tiene una traducción fiel al español, puede entenderse como la tendencia que desprecia lo funcional. Si el minimalismo se caracteriza por expresar la belleza a través de la simpleza de las formas, colores y volúmenes, el Kitsch insiste en el uso, a veces exagerado y discordante, de formas, colores y texturas.
Los colores preferidos en esta tendencia son vivos y llamativos: rosados intensos, rojos encendidos, azules y verdes. Las texturas suelen ser muy variadas e incluyen pieles, plástico, vidrio, cristal, papeles...En cuanto a las formas, estas suelen ser poco funcionales y tienden más bien a ser aparatosas y hasta complicadas.
Como objetos de decoración se prefieren aquellos con marcada tendencia industrial, dejando de lado lo artesanal. Pequeños adornos de los más diversos estilos, materiales y procedencias suelen formar parte de la decoración: estatuillas, ceniceros, miniaturas de animales, flores de cerámica, santos, elementos retro y estampas. El tipo de cosas que podríamos encontrar en tiendas de "todo a un euro".
Los materiales utilizados suelen ser a veces imitaciones de otros más caros. Como ejemplo podemos citar: mayólicas que imitan mármol, adornos de resina simulando pedrería fina o piezas de plástico que simulan metales.
Curiosamente, los objetos pueden ser atractivos individualmente, pero la forma en la que se ordenan, soperponiéndose de un modo anárquico, da como resultado un conjunto que parece desafiar las premisas del buen gusto.
Es justamente la no intencionalidad, el amontonamiento espontáneo, el acomodo con el tiempo, lo que define de buena manera esta tendencia... la ornamentación exagerada sobre la funcionalidad.
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