En un nivel funcional el conjunto puede abordarse a partir de dos áreas; por un lado, se encuentra el área operativa, oculta a la vista de los compradores y comensales, donde el énfasis de diseño residió en asegurar una organización interna efectiva a través de la distribución del equipamiento interno y circulaciones que permitan brindar un buen servicio. Por otra parte, el área de venta se caracteriza por contener los acentos arquitectónicos que definen la identidad comercial del espacio, los cuales pueden ser apreciados a través del efímero recorrido que efectúan los compradores.
A partir de la abstracción de un ciclo, como un proceso presente en la preparación de los alimentos, se diseñó el display circular que da la bienvenida a los clientes, cuya materialidad en concreto es acompañada con luces neón y un lambrín del mismo material en el fondo que le otorga un carácter propio y visualmente atractivo. La geometría que compone la iluminación suspendida toma su forma a partir de los rizomas identificables en algunas raíces y brotes herbáceos cuyas formas se distribuyen en direcciones que cubren diferentes puntos en el espacio; en este caso se optó por la madera que acompañada de las luces genera diferentes tonos que resultan en un dinamismo visual que contrasta el carácter rígido del concreto.
El remate que se puede apreciar en el muro donde se entregan los alimentos consiste en una serie de puntos que generan una retícula cuya peculiaridad consiste en conformar un diagrama que relaciona diferentes ingredientes presentes en el menú. El esquema retoma a su vez la forma de un circuito donde se analizan los integrantes de un todo, para poder visualizarlos de manera individual y así poder entender su composición. El resultado final crea una apariencia vívida y contrastante que enaltece la calidad de servicio y ofrece una experiencia sensitiva para un proceso cotidiano.
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