Jacobsen diseñó esta butaca junto a la también reconocida Egg Chair o sillón Huevo para el vestíbulo y el salón del Radisson Royal Hotel de Copenhague en 1958, del que realizó toda la obra arquitectónica. De este modo aprovechó para poner en práctica una de las ideas que persiguió durante toda su vida: la concepción de una “obra de arte total”.
Todo el proyecto del edificio y su arquitectura interior, al igual que la decoración (lámparas, manillas de puertas y muebles, cristalería, cubertería y vajilla) fueron obra de Jacobsen, concibiendo la silla Swan casi como una escultura más que un asiento.
Jacbosen construyó el prototipo de la Swan Chair en su propio garaje de Klampenborg, y la firma Fritz Hansen se encargó de editarla hasta hoy, que todavía sigue en producción, si bien a precios no accesibles para todos los bolsillos.
La Swan Chair está formada por una carcasa moldeada en material sintético tapizada en tela o piel que apoya sobre una base giratoria de aluminio. De formas totalmente orgánicas, se trata de una butaca sin líneas rectas, fabricada únicamente con curvas, lo cual supuso en su momento todo un reto tecnológico.
De estética onírica, el sillón Swan transmite ante todo paz y tranquilidad allí donde vaya, recogiendo el cuerpo como si de una nube se tratara. A nivel decorativo resulta tan versátil que se ha utilizado sin medida tanto en viviendas como en hoteles, oficinas, clínicas dentales o centros de estética y en general, salas de espera de locales de los más diversos sectores, siendo también una de las sillas más imitadas del mundo.
Vía: Decofilia
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