Una casona de 1913 en la colonia Roma es ahora el lugar en donde la tradición mexicana se renueva y se encuentra con la vanguardia del diseño. Ignacia Guest House sigue la trayectoria de una ama de llaves que vivió en ese lugar por más de 71 años; hoy este Bed & Breakfast rinde homenaje a la historia de Ignacia, de La Roma y de la Ciudad de México.
Ignacia Guest House Bed & Breakfast crea un ambiente de diversidad e inclusión, en el que los objetos de diseño más inesperados conviven con piezas de reconocidos artesanos mexicanos en un entorno de arquitectura contemporánea e histórica.
Ignacia Guest House es un Bed & Breakfast en el corazón de La Roma que une historia y tradición artesanal mexicana con el diseño contemporáneo.
El lugar
La colonia Roma es un clásico de la Ciudad de México y desde su fundación a finales del siglo XIX, ha sido la protagonista de la historia de la capital del país.
La arquitectura neoclásica, art nouveau, decó y construcciones contemporáneas conviven en este barrio que ha visto un renacer: después de dos terremotos que lo devastaron y el abandono del barrio, esta zona vive ahora una efervescencia cultural como nunca antes; cada habitante, calle y casa son partícipes de este cambio radical. Hoy la colonia Roma es parte fundamental del corazón de la Ciudad de México.
Es en este barrio en donde Ignacia Guest House refresca la arquitectura local y la mezcla con la tradición mexicana. Ubicada en una casona neoclásica construida en 1913 a manera de villa, Casa Ignacia es como la colonia Roma, un lugar lleno de historia que a la vez muestra lo fresco del diseño contemporáneo y renueva la tradición y la artesanía mexicana. En esta casa, típica de La Roma habitó la señora Ignacia.
Ignacia
De Ignacia sabemos poco, sabemos que nació en 1914; que llegó a trabajar a la casa de Jalapa en 1929 proveniente de provincia. Ya en la casa, fue ama de llaves desde el año en que llegó hasta el 2000, año en el que murió.
Ignacia dedicó su devoción a la casa, se convirtió en parte de ella y su impronta sigue vigente; cual personaje de Pita Amor, Ignacia disfrutaba la casa como si fuera de ella y al final, prácticamente lo fue, la conoció hasta su último rincón y la administró con rigurosa disciplina; plantó dos naranjos en el jardín en el que ella descansaba y el que cruzó miles de veces. Sabemos que de esos naranjos Ignacia hacía mermelada, y que su presencia fue más fuerte que las muchas veces que la casa cambió de dueños, siendo la única persona que la habitó por 71 años ininterrumpidamente. Este proyecto rescata la memoria de quien fuera su ama de llaves.
La casa
Ignacia Guest House conservó el edificio histórico, y entorno a un jardín compuesto por especies endémicas del sureste de México, amplió la casa para crear un espacio central de convivencia y descanso; terrazas privadas, un bar y un patio con un espejo de agua crean un ambiente íntimo, fresco y aislado del ruido de la ciudad; los naranjos de Ignacia siguen ahí. Este patio sirve de transición de la casa histórica a las habitaciones, una construcción contemporánea que se erige en el mismo sitió en donde dormía Ignacia.
Cuatro habitaciones y una suite principal dialogan entre sí mediante una paletas monocromáticas claramente definidas; el diseño contemporáneo, clásicos del siglo XX y artesanía mexicana marcan el hilo conductor de toda la casa.
El edificio contemporáneo está perfectamente delimitado por dentro, mediante contundentes gestos geométricos a base de vidrio y metal y con diferencias en los colores al interior de las habitaciones, esto se complementa con la cohesión que encontramos en la parte histórica de Ignacia Guest House.
A las habitaciones se les complementa con una amplia sala de estar con vista a la provincial calle de Jalapa, con una jacaranda frente a la terraza que en primavera se llena de flores moradas, algo típico de la Ciudad de México; una acogedora biblioteca sirve no sólo para el descanso, si no para poder adentrarse a la historia de la arquitectura mexicana, con publicaciones actuales sobre este tema, así como del ámbito internacional.
El comedor para 10 personas fue concebido como un espacio de convivencia y descanso, tal vez la habitación más sobria de Ignacia Guest House; junto, la cocina que, aunque pequeña, es un importante espacio, el núcleo de la casa mexicana lleno de referencias al barro bruñido y a la terracota tradicional.
Las puertas y ventanas originales nos permiten observar de un extremo a otro la casa, obedeciendo a la disposición arquitectónica de principios del siglo XX, en el que todos los espacios se conectaban mediante un largo pasillo, articulando las dinámicas domésticas y protegiendo a la vez la intimidad de cada espacio; Ignacia Guest House logra esto mediante la cuidadosa elección de mobiliario e iluminación, y con una cohesión cromática que respeta a la arquitectura original con la actualización de las últimas tendencias.
Podemos decir que, como la colonia Roma lo hizo en su momento, Ignacia Guest House utiliza un lenguaje contemporáneo desde una óptica mexicana, reivindicando el diseño nacional y la artesanía en un contexto actual.
La colonia Roma es un clásico de la Ciudad de México y desde su fundación a finales del siglo XIX, ha sido la protagonista de la historia de la capital del país.
La arquitectura neoclásica, art nouveau, decó y construcciones contemporáneas conviven en este barrio que ha visto un renacer: después de dos terremotos que lo devastaron y el abandono del barrio, esta zona vive ahora una efervescencia cultural como nunca antes; cada habitante, calle y casa son partícipes de este cambio radical. Hoy la colonia Roma es parte fundamental del corazón de la Ciudad de México.
Es en este barrio en donde Ignacia Guest House refresca la arquitectura local y la mezcla con la tradición mexicana. Ubicada en una casona neoclásica construida en 1913 a manera de villa, Casa Ignacia es como la colonia Roma, un lugar lleno de historia que a la vez muestra lo fresco del diseño contemporáneo y renueva la tradición y la artesanía mexicana. En esta casa, típica de La Roma habitó la señora Ignacia.
Ignacia
De Ignacia sabemos poco, sabemos que nació en 1914; que llegó a trabajar a la casa de Jalapa en 1929 proveniente de provincia. Ya en la casa, fue ama de llaves desde el año en que llegó hasta el 2000, año en el que murió.
Ignacia dedicó su devoción a la casa, se convirtió en parte de ella y su impronta sigue vigente; cual personaje de Pita Amor, Ignacia disfrutaba la casa como si fuera de ella y al final, prácticamente lo fue, la conoció hasta su último rincón y la administró con rigurosa disciplina; plantó dos naranjos en el jardín en el que ella descansaba y el que cruzó miles de veces. Sabemos que de esos naranjos Ignacia hacía mermelada, y que su presencia fue más fuerte que las muchas veces que la casa cambió de dueños, siendo la única persona que la habitó por 71 años ininterrumpidamente. Este proyecto rescata la memoria de quien fuera su ama de llaves.
La casa
Ignacia Guest House conservó el edificio histórico, y entorno a un jardín compuesto por especies endémicas del sureste de México, amplió la casa para crear un espacio central de convivencia y descanso; terrazas privadas, un bar y un patio con un espejo de agua crean un ambiente íntimo, fresco y aislado del ruido de la ciudad; los naranjos de Ignacia siguen ahí. Este patio sirve de transición de la casa histórica a las habitaciones, una construcción contemporánea que se erige en el mismo sitió en donde dormía Ignacia.
Cuatro habitaciones y una suite principal dialogan entre sí mediante una paletas monocromáticas claramente definidas; el diseño contemporáneo, clásicos del siglo XX y artesanía mexicana marcan el hilo conductor de toda la casa.
El edificio contemporáneo está perfectamente delimitado por dentro, mediante contundentes gestos geométricos a base de vidrio y metal y con diferencias en los colores al interior de las habitaciones, esto se complementa con la cohesión que encontramos en la parte histórica de Ignacia Guest House.
A las habitaciones se les complementa con una amplia sala de estar con vista a la provincial calle de Jalapa, con una jacaranda frente a la terraza que en primavera se llena de flores moradas, algo típico de la Ciudad de México; una acogedora biblioteca sirve no sólo para el descanso, si no para poder adentrarse a la historia de la arquitectura mexicana, con publicaciones actuales sobre este tema, así como del ámbito internacional.
El comedor para 10 personas fue concebido como un espacio de convivencia y descanso, tal vez la habitación más sobria de Ignacia Guest House; junto, la cocina que, aunque pequeña, es un importante espacio, el núcleo de la casa mexicana lleno de referencias al barro bruñido y a la terracota tradicional.
Las puertas y ventanas originales nos permiten observar de un extremo a otro la casa, obedeciendo a la disposición arquitectónica de principios del siglo XX, en el que todos los espacios se conectaban mediante un largo pasillo, articulando las dinámicas domésticas y protegiendo a la vez la intimidad de cada espacio; Ignacia Guest House logra esto mediante la cuidadosa elección de mobiliario e iluminación, y con una cohesión cromática que respeta a la arquitectura original con la actualización de las últimas tendencias.
Podemos decir que, como la colonia Roma lo hizo en su momento, Ignacia Guest House utiliza un lenguaje contemporáneo desde una óptica mexicana, reivindicando el diseño nacional y la artesanía en un contexto actual.
Así pues, la mezcla de objetos vernáculos del México popular con diseño de vanguardia nos recuerda a la larga tradición mexicana de asimilación y convivencia entre el pasado prehispánico y la modernidad; Ignacia Guest House crea un ambiente de diversidad e inclusión, en el que los objetos de diseño más inesperados conviven con piezas de reconocidos artesanos mexicanos en un entorno de arquitectura contemporánea e histórica.
Para más información visiten: Factor Eficiencia
No hay comentarios:
Publicar un comentario