William Morris (1834-1896) es una de las figuras más relevantes de las artes, las letras y la cultura británica de finales del siglo XIX. Y el fundador y líder indiscutible del movimiento Arts and Crafts -las artes y los oficios artesanales-.
Nacido en 1834, fue diseñador, artesano, empresario, poeta, novelista, ensayista, traductor, bordador, tejedor, tintorero, ilustrador, calígrafo, tipógrafo, conferenciante, editor, impresor, defensor de la conservación de edificios históricos, ecologista, agitador social y activista socialista. La lista de sus talentos es casi increíble. Hizo literalmente pedazos la noción moderna de la vocación como profesión especializada. Tocado por una varita, “todo lo que hace lo hace de manera espléndida”, definió el prerrafaelita Edward Burne-Jones.
Un renacentista en la época victoriana
El final del siglo XIX estuvo marcado por un gusto decorativo exagerado y dudoso,así como por la sensibilidad romántica. Morris contribuyó decisivamente a combatir el embate del industrialismo y las fallas sociales que éste produjo y, finalmente, al renovado esplendor de la artesanía.
Más allá de las artes decorativas
La compañía de talentos que Ruskin y Morris reunieron en torno suyo dieron continuidad teórica y práctica a las enseñanzas de ambos. Y las extendieron fuera de Gran Bretaña. Redefinieron las artes decorativas. Fundamentalmente, se las redimió de su estatus de “artes menores”.
Y ¿qué era el Arts & Crafts?
El Arts and Crafts fue un movimiento de enorme ambición de la arquitectura moderna que abarcaba la creación y el diseño en toda su amplitud. Tenía una clara intencionalidad “moral”: suponía una posibilidad de reacción a la industrialización y las formas de vida modernas. Las mismas que habían sustituido al trabajo manual por el trabajo mecanizado.
¿Quiénes lo practicaban?
Sus practicantes no eran artistas aislados unidos por similitudes estilísticas. Eran maestros y alumnos, colegas y rivales, amantes y amigos. Conversaban a menudo, y colaboraban en sus esfuerzos por elevar los estándares de diseño.
Pero es difícil agruparlos por su escasa coherencia visual en su trabajo. Algunos desarrollaron una rica imaginería medievalizante como parte de su emulación de los valores sociales y artísticos de la Edad Media. Mientras otros se esforzaron por formas simplificadas, cuyo lenguaje decorativo dependía de las propiedades naturales de los materiales.
Un movimiento contradictorio
Creían en una utopía social ejemplificada en el deseo manifiesto de volver atrás para “regenerar” al hombre mediante la artesanía. Respetar y cuidar los materiales y la forma en que se utilizaban es la base del diseño. Se trataba de mostrar cómo se construyeron las cosas, de modo que parecieran diferentes de lo que eran en realidad.
El respeto al creador era fundamental. Buscar un entorno de trabajo feliz y sano, en contraposición a la degradación de la industrialización. De ahí la preocupación por lo doméstico y lo cotidiano, la necesidad de producir muebles y artículos de hogar. Con diseños a la vez prácticos y estéticamente agradables.
Es conocido que la revalorización de las artesanías, a las que se atribuyó un poder regenerativo en la sociedad moderna, y el rechazo de ayudantes para los procesos mecánicos de la industrialización, inspiró a muchos de los adheridos al movimiento a centrarse en productos hermosos, hechos a mano. Pero el coste de producción provocaba que tuvieran que ser vendidos a precios por encima del alcance de la familia promedio a la que deseaban llegar los artistas.
Movimiento mundial muy particular
El movimiento desarrolló diferentes características en los países en los que apareció. Artistas y diseñadores de Europa continental y América no compartían el sentimiento anti-industrial que había motivado a sus colegas británicos.
El medio ambiente urbano y el diseño industrial se convirtieron en importantes preocupaciones para los arquitectos y diseñadores emergentes en Austria y Alemania.
Por el contrario, en naciones más marginadas como Hungría, Polonia y Finlandia, las Arts and Crafts evolucionaron fuera del escenario político más amplio de la resurrección nacional y la resistencia a la opresión del imperio extranjero.
En las artes, estas preocupaciones dieron paso al crecimiento de un movimiento conocido como romanticismo nacional. Las tradiciones vernáculas y populares son apropiadas y retinterpretadas a fin de servir a la causa de la definición nacional. Con su enfoque en el arte popular repositorio de las formas “puras” nacionales, su interés por la recuperación de las culturas minoritarias y su preocupación por el resurgimiento de las habilidades artesanales, el romanticismo nacionalista tiene una coincidencia significativa con Arts and Crafts.
Un renacentista en la época victoriana
El final del siglo XIX estuvo marcado por un gusto decorativo exagerado y dudoso,así como por la sensibilidad romántica. Morris contribuyó decisivamente a combatir el embate del industrialismo y las fallas sociales que éste produjo y, finalmente, al renovado esplendor de la artesanía.
Junto a su maestro John Ruskin, defendió a ultranza el disfrute en el trabajo. Una expresión sinónima del arte. Además dio forma artística y política a su descontento con los aspectos más oscuros e injustos de una época que intentó cambiar con una pasión ejemplar. A Ruskin y a Morris, en efecto, les movió el mismo disgusto por la civilización occidental y por una época, la suya, que llamaron “moderna”. Un momento histórico que consideraban menos perfecto que otros, que había revertido el orden natural de las cosas y que había hecho pasar al mundo, en expresión de Ruskin, “de mariposa a gusano”.
Más allá de las artes decorativas
La compañía de talentos que Ruskin y Morris reunieron en torno suyo dieron continuidad teórica y práctica a las enseñanzas de ambos. Y las extendieron fuera de Gran Bretaña. Redefinieron las artes decorativas. Fundamentalmente, se las redimió de su estatus de “artes menores”.
Y ¿qué era el Arts & Crafts?
El Arts and Crafts fue un movimiento de enorme ambición de la arquitectura moderna que abarcaba la creación y el diseño en toda su amplitud. Tenía una clara intencionalidad “moral”: suponía una posibilidad de reacción a la industrialización y las formas de vida modernas. Las mismas que habían sustituido al trabajo manual por el trabajo mecanizado.
¿Quiénes lo practicaban?
Sus practicantes no eran artistas aislados unidos por similitudes estilísticas. Eran maestros y alumnos, colegas y rivales, amantes y amigos. Conversaban a menudo, y colaboraban en sus esfuerzos por elevar los estándares de diseño.
Pero es difícil agruparlos por su escasa coherencia visual en su trabajo. Algunos desarrollaron una rica imaginería medievalizante como parte de su emulación de los valores sociales y artísticos de la Edad Media. Mientras otros se esforzaron por formas simplificadas, cuyo lenguaje decorativo dependía de las propiedades naturales de los materiales.
Poniendo nombres: aparte de William Morris, sus principales impulsores fueron Charles Robert Ashbee, T. J. Cobden Sanderson, Walter Crane, Phoebe Anna Traquair, Herbert Tudor Buckland, Charles Rennie Mackintosh, Christopher Dresser, Edwin Lutyens, Ernest Gimson, Gustav Stickley, y los artistas del movimiento prerrafaelita.
Un movimiento contradictorio
Creían en una utopía social ejemplificada en el deseo manifiesto de volver atrás para “regenerar” al hombre mediante la artesanía. Respetar y cuidar los materiales y la forma en que se utilizaban es la base del diseño. Se trataba de mostrar cómo se construyeron las cosas, de modo que parecieran diferentes de lo que eran en realidad.
El respeto al creador era fundamental. Buscar un entorno de trabajo feliz y sano, en contraposición a la degradación de la industrialización. De ahí la preocupación por lo doméstico y lo cotidiano, la necesidad de producir muebles y artículos de hogar. Con diseños a la vez prácticos y estéticamente agradables.
Es conocido que la revalorización de las artesanías, a las que se atribuyó un poder regenerativo en la sociedad moderna, y el rechazo de ayudantes para los procesos mecánicos de la industrialización, inspiró a muchos de los adheridos al movimiento a centrarse en productos hermosos, hechos a mano. Pero el coste de producción provocaba que tuvieran que ser vendidos a precios por encima del alcance de la familia promedio a la que deseaban llegar los artistas.
Movimiento mundial muy particular
El movimiento desarrolló diferentes características en los países en los que apareció. Artistas y diseñadores de Europa continental y América no compartían el sentimiento anti-industrial que había motivado a sus colegas británicos.
El medio ambiente urbano y el diseño industrial se convirtieron en importantes preocupaciones para los arquitectos y diseñadores emergentes en Austria y Alemania.
Por el contrario, en naciones más marginadas como Hungría, Polonia y Finlandia, las Arts and Crafts evolucionaron fuera del escenario político más amplio de la resurrección nacional y la resistencia a la opresión del imperio extranjero.
En las artes, estas preocupaciones dieron paso al crecimiento de un movimiento conocido como romanticismo nacional. Las tradiciones vernáculas y populares son apropiadas y retinterpretadas a fin de servir a la causa de la definición nacional. Con su enfoque en el arte popular repositorio de las formas “puras” nacionales, su interés por la recuperación de las culturas minoritarias y su preocupación por el resurgimiento de las habilidades artesanales, el romanticismo nacionalista tiene una coincidencia significativa con Arts and Crafts.
Vía: diarioDESIGN
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