viernes, 23 de diciembre de 2016

Auto Rosellón, una casa de comidas sin estilo y sin etiquetas.

Dicho así, parece que sea una mala crítica; pero es justo lo contrario. El restaurante Auto Rosellón, en Barcelona, pretende a propósito no tener ningún estilo en concreto para que sea su espíritu el encargado de crear el ambiente. Por otra parte, es un local difícil de catalogar con una etiqueta ya que cada uno de los elementos tiene su propia personalidad. Claro que, en una época en la que necesitamos ponerle un hashtag a todo, lo podríamos acompañar con la coletilla de #notag (sin etiquetas).
Bárbara Aurell, alma del estudio de interiorismo Espacio en Blanco, es la responsable de este concepto. En un antiguo taller de automóviles situado en el Eixample, ha creado un espacio ecléctico donde se da una mezcla espontánea de estilos, sabores y percepciones. O sea que, si pudiéramos utilizar etiquetas, diríamos que su estilo es casual y desenfadado.
Otra no etiqueta más: la naturalidad. En los sabores, el espacio y el trato. Emulando la confianza que suele darse entre un mecánico y el cliente, Auto Rosellón se acerca más al concepto de casa de comidas, en la que los comensales pasan a ser parroquia.
En este apartado el interiorismo juega un papel importante a la hora de crear un diálogo directo entre el cliente y el lugar. Por ejemplo, situando la mesa de la chef frente a la puerta de entrada. O permitiendo que la gente pueda mezclarse en grandes mesas. Por supuesto también es versátil: si por el día la barra sirve para tomar un bocadillo o un café, por la noche se usa para preparar cócteles.
Aurell ha colaborado con el estudio de creación de marca e imagen corporativa The Thing Thinks. El equipo ha utilizado el pasado del local para crear la imagen de marca. Lo ha hecho respetando el nombre, la fachada y el rótulo del antiguo negocio, y dibujando una línea de parking en el interior.
Este aspecto más industrial se suaviza con el aire retro de la barra de madera y mármol, la cual recuerda a las de los cafés de los años 50. Por otra parte, el uso de tonos dorados aporta un toque “atrevido y chic”, opina la interiorista.
Otro elemento que le da personalidad al local es sin duda el grafiti del baño, a cargo del artista Lucas Milá, a quien se le dio total libertad para crear su obra y respondió con un resultado colorido y transgresor.
El mobiliario, por su parte, mezcla piezas adquiridas con otras diseñadas expresamente para el local. Entre las primeras destacan las mesas redondas compradas en un anticuario. En cuanto a materiales, han mezclado, por ejemplo, taburetes de fibra de coco con sillas industriales holandesas de diferentes maderas.
Por último, mención también a la fachada que se abre desde el interior mediante una ventana tipo acordeón y una gran mesa.

Vía: diarioDESIGN 




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