A veces descubrimos proyectos que nos hacen plantearnos nuestros propios principios. Proyectos tan transgresores que hacen que lo que entendemos por conceptos de cotidianidad y confort parezcan arcaicos y limitados. Es el caso de esta reforma de una antigua vivienda de los años 20 del siglo pasado en el barcelonés barrio de Guinardó, por Guillermo Santomà. Un proyecto sin reparos ni medias tintas que nos muestra un nuevo abanico de posibilidades donde las estancias se acercan más a los sueños que a la realidad, y el espacio adquiere otra dimensión perceptiva sirviéndose de la experimentación y el color. Un interior sobrecogedor y poderoso, que no deja indiferente.
Fotografía: José Hevia
Colores saturados y escenarios soñados
El sobrecogedor interior rebosa de vida. Rosa, verde, azul y blanco. Así son los espacios ideados por el arquitecto. Cada estancia inunda la vista con la intensidad del color, y las aperturas entre unas y otras nos permiten percibir la transición de espacios como una composición pictórica. Los contornos se dibujan de manera evidente y sencilla, y el dramatismo del resultado es comparable sólo con un cuadro, una imagen irreal compuesta de escenarios y situaciones soñadas tras un filtro de color.
La belleza atemporal
La fantasía y creatividad llega hasta el techo de la vivienda, pintado de azul y nubes, como si se tratara de un espacio a cielo abierto. Este falso lucernario permite un nuevo plano de conexión espacial y comunica visualmente la cocina con la planta superior. Figuras, geometrías, colores y vitalidad. Así es esta vivienda, hogar de un artista.
El sobrecogedor interior rebosa de vida. Rosa, verde, azul y blanco. Así son los espacios ideados por el arquitecto. Cada estancia inunda la vista con la intensidad del color, y las aperturas entre unas y otras nos permiten percibir la transición de espacios como una composición pictórica. Los contornos se dibujan de manera evidente y sencilla, y el dramatismo del resultado es comparable sólo con un cuadro, una imagen irreal compuesta de escenarios y situaciones soñadas tras un filtro de color.
La belleza atemporal
El proyecto además, no renuncia a la incorporación de elementos de valor histórico encontrados en el estado original de la vivienda. La delicadeza con la que se incorporan las puertas antiguas recuperadas, o se respeta la baldosa hidráulica original, nos hace entender la importacia de cada pieza y el amplio abanico de intereses e inquietudes del arquietcto. Los elementos se relacionan por contraste, a veces trasladándonos a los eléctricos años 80, a veces con aires dieciochescos.
El poder del pigmento
La apuesta cromática de la intervención es su rasgo más destacable. Las variaciones de materiales son breves, reduciéndose a la pintura sobre el lienzo de las paredes, y al gresite, que cubre amplias superficies de suelo, paredes, y elementos de obra. La reforma contempla futuras transformaciones del espacio y presenta la casa como un contenedor desprovisto de mobiliario, sirviéndose únicamente de las geometrías y elementos de obra que enriquecen las estancias con planos en ángulo de luces y sombras.
La vida en rosa
La falsa fachada que resuelve el espacio del baño y su continuación en la cocina se viste de rosa para jugar con los claroscuros de la luz y las tonalidades del espectro cromático. El pavimento y envolvente vertical se terminan con un alicatado de gresite que se extiende hacia el interior de la ducha y dobla cada esquina en un gesto libre y decidido. Los ángulos y geometrías de los espacios parecen insistir en su concepción como obra artística donde habitar, y los elementos más cotidianos, como puertas y grifería, quedan envueltos de un halo de ilusión y creatividad.
Verde profundo
Dentro de esta composición donde todo parece un arrebato artístico, descubrimos cómo cada elemento tiene su sentido estrictamente funcional. Así, los resaltes en el pavimento son en realidad cavidades para alojar los conductos de saneamiento y electricidad. Elementos como los enchufes y radiadores se convierten en nuestra conexión con la realidad, escondidos tras el la profundidad del color. La recta, la circunferencia y las superficies mórbidas conviven con el trámex y la baldosa hudráulica en un eterno contraste entre realidad e imaginación.
Escalera o ilusión óptica
La escalera, que parece dibujarse con manchas de color, permite la comunicación entre las tres plantas del edificio con un nuevo arco esculpido en blanco y verde intenso. Un camino serpenteante que enmarca infinidad de planos y vistas a través de huecos y aperturas, donde el claroscuro confunde la percepción, y el ascenso se hace infinito.
Bajo un cielo azul
Verde profundo
Dentro de esta composición donde todo parece un arrebato artístico, descubrimos cómo cada elemento tiene su sentido estrictamente funcional. Así, los resaltes en el pavimento son en realidad cavidades para alojar los conductos de saneamiento y electricidad. Elementos como los enchufes y radiadores se convierten en nuestra conexión con la realidad, escondidos tras el la profundidad del color. La recta, la circunferencia y las superficies mórbidas conviven con el trámex y la baldosa hudráulica en un eterno contraste entre realidad e imaginación.
Escalera o ilusión óptica
La escalera, que parece dibujarse con manchas de color, permite la comunicación entre las tres plantas del edificio con un nuevo arco esculpido en blanco y verde intenso. Un camino serpenteante que enmarca infinidad de planos y vistas a través de huecos y aperturas, donde el claroscuro confunde la percepción, y el ascenso se hace infinito.
Bajo un cielo azul
La fantasía y creatividad llega hasta el techo de la vivienda, pintado de azul y nubes, como si se tratara de un espacio a cielo abierto. Este falso lucernario permite un nuevo plano de conexión espacial y comunica visualmente la cocina con la planta superior. Figuras, geometrías, colores y vitalidad. Así es esta vivienda, hogar de un artista.
Para más información visiten: Guillermo Santomà
Vía: habitissimo
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