No ha sido tan solo pintura, sino texturas, mobiliario, y el constante movimiento de los que habitan este piso del Eixample barcelonés lo que se ha querido situar sobre un fondo blanco profundo y habitable que se abre hacia los raudales de luz que entran por las ventanas.
Un vacío acogedor, funcionalmente resuelto para albergar y dar protagonismo a una pequeña pero interesante colección de piezas de mobiliario, arte y literatura curada por los jóvenes propietarios: Un diseñador industrial y una profesora de idiomas.
Lo más valioso que han conseguido entre los dos, no son sin embargo, las reproducciones originales que cuelgan sobre las paredes, ni los clásicos contemporáneos del diseño industrial que salpican la monocromática amplitud del los espacios recién integrados, sino Joaquim, hijo de ambos, que con apenas 4 años ha conseguido colonizar todas las estancias de la casa con un montón de trastos seguramente menos costosos pero mucho más coloridos, resistentes y divertidos.
Había llegado el momento de proyectar la casa a prueba de “juguetes” y aunque diseñar para otro diseñador puede sin duda ser complicado, en este caso dio pie lo lúdico y a la diversión, permitiéndoles cuestionar el papel protagonista de lo construido dentro del ámbito doméstico, y concediéndoles la oportunidad de plantear preguntas que, como las de los niños, quizás resultarían incómodas: ¿Puede la “sacrosanta arquitectura” ser un mero telón de fondo tras los verdaderos y protagonistas objetos de diseño?, ¿Cómo puede el fondo devenir en figura sin dejar de serlo? Las respuestas a las anteriores son tan claras, prácticas y sencillas como esta casa: Si!, un telón de fondo luminoso pulcro y cómodo, que mediante aleatorias y potentes manchas de color, se transforma en objeto, marco o fondo según el momento, el encuadre y el foco con el que se mire.
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