El conocido estudio multimedia Moment Factory ha elegido una antigua fábrica del área industrial de Mile-Ex, en Montreal, como sede de sus nuevos estudios. Uno de los barrios más interesantes de la ciudad canadiense, que durante estos últimos años ha visto cómo sus calles desiertas se han transformado en un hervidero de creatividad, con cafeterías, restaurantes y fábricas llenas de arte; y donde MU Architecture ha creado un espacio flexible, dinámico y luminoso, que permite a sus cerca de 250 trabajadores trabajar y además vivir.
“Moment Factory es una empresa pujante e innovadora, con gran proyección de futuro, donde la flexibilidad juega un papel fundamental, tanto en su estructura como en la forma de trabajo, y eso es algo que desde un principio quisimos trasladar al espacio. El que muchos de los departamentos necesitaran de una constante comunicación entre sí hizo que nos planteásemos la intervención en torno a espacios abiertos y fluidos, capaces de absorber el continuo crecimiento de la empresa” afirman los arquitectos.
Más de 4.000 metros cuadrados repartidos en dos plantas, que ellos distribuyen en un gran espacio versátil, salpicado de numerosas salas de reuniones entre las que se genera una circulación orgánica, con áreas intersticiales estratégicamente colocadas que buscan estimular el desarrollo de ideas y conceptos creativos, al tiempo que permiten a los empleados relajarse y charlar un rato.
Nada hace sospechar desde la calle el espacio moderno y colorido que se esconde tras la fachada de ladrillo del edificio original. “Moment Factory nos pidió una entrada discreta y poco convencional” cuentan los arquitectos, que optaron por una escalera minimalista de acero negro que se engancha al edificio antiguo y da acceso a unas inusuales oficinas.
Ya dentro, una zona de recepción da paso a una gran cafetería llena de vida, que sumerge al visitante en una atmósfera donde el conservador carácter corporativo de cualquier empresa desaparece para dar lugar a un ambiente creativo, joven e irreverente. Sillas no coincidentes, plantas, obras de arte y una terraza dan vida a este espacio, donde animales y patinetes circulan libremente.
La cocina abierta, con una dimensión que puede albergar hasta 100 personas, simula la estética de una gran cocina doméstica.
Desde la cafetería se accede a un vestíbulo abierto que aloja multitud de usos como proyecciones, ensayos técnicos, reuniones espontáneas o exposiciones de proyectos y premios. Suelos de hormigón, tabiques de yeso, lámparas, sillas y muebles recuperados se mezclan para dar forma a un universo ecléctico y divertido.
En el centro, un enorme estudio de 220 metros cuadrados a doble altura se convierte en corazón de la intervención. Apodado Black Box, en él los arquitectos han construido una estructura adicional de vigas de grandes dimensiones y refuerzos de carbono para sostener el techo. La fluidez y versatilidad del proyecto permiten que este espacio encuentre continuidad en las áreas adyacentes de la entrada, la cafetería o el vestíbulo, en el caso de eventos que necesiten de una mayor superficie.
Una caja de acero pintado en negro aloja la amplia escalera que da acceso al nivel superior, con escalones y pasamanos de madera para una mayor comodidad y calidez.
La planta alta aloja las oficinas propiamente dichas, donde empleados, maquetas y bocetos invaden de vida y color un espacio luminoso y en constante cambio, donde todo puede moverse, reorganizarse y volverse a conectar. Para delimitar las distintas áreas de trabajo se han empleado plantas, estanterías o paneles de colores que representan el estado en el que se encuentra el proyecto en el que se está trabajando.
Entre las zonas de trabajo, las salas de conferencias y salas técnicas, los trabajadores pueden relajarse en el llamado Oasis, un espacio rodeado de libros donde el suelo simula hierba, con un puff y una hamaca, que les permite intercambiar opiniones o simplemente descansar.
Diseñadas específicamente para este edificio, un sistema de grandes puertas en acero azul aísla las zonas que necesitan de una mayor privacidad, sin perder por ello la luminosidad. Además de satisfacer con creces los requisitos acústicos y visuales, su acabado potencia la estética industrial de todo el proyecto.
Para reforzar aún más ese carácter industrial se han dejado las instalaciones vistas, con las bandejas de cables y los conductos de ventilación colgando del techo. El papel que estos últimos juegan en la orientación dentro del espacio es una muestra más de la creatividad, que tanto Moment Factory como MU Architecture, han querido dar a cada detalle de la intervención.
Para más información visiten: MU Architecture
Vía: diarioDESIGN
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