Los suizos Dyer-Smith Frey han sido los encargados de diseñar la planta baja del edificio que ocupa el grupo editorial suizo Ringier en Zurich. 480 metros cuadrados que, convertidos en un nuevo punto de encuentro urbano entre editores, escritores, músicos y público general, acogen a los visitantes en una atmósfera cálida y relajada. Un lugar de reunión elegante e informal, donde comer, tomar un café o beber algo.
“En una atmósfera íntima y casual, hemos creado “The Studio”, un espacio dedicado a la gastronomía urbana y al intercambio cultural. Un lugar donde los escritores y periodistas se encuentran con sus lectores, los directores de arte se toman un respiro o los componentes de grupos musicales atienden a sus fans”, afirma la pareja suiza, que ha evitado en todo momento reproducir la típica estética –seria y formal– asociada tradicionalmente a estos encuentros de negocio.
Ocupando 280 metros cuadrados, el bar y la zona de salón quedan diferenciados únicamente por el pavimento: madera maciza de roble para el bar y nogal para el salón. Una original combinación de sillones, bancos y taburetes da vida a un ambiente moderno, acogedor y confortable, donde sillones de Minotti, mesas de B&B Italia, piezas de Flexform y las icónicas lámparas de latón de la serie Beat Light, diseñadas por Tom Dixon, conviven con objetos de la colección DSF de los propios Dyer-Smith Frey.
El metal y la madera definen la barra. Compuesta por listones verticales de madera -empleados también en una de las paredes que recorre el salón–, ésta parece flotar sobre la base de bronce retranqueada. Con un sistema de iluminación indirecta que genera un interesante efecto de degradado, el mostrador se ha fabricado en mármol de Carrara, en perfecta armonía con el resto del restaurante. El perímetro curvo de la barra se prolonga hacia el falso techo, que se descuelga y la envuelve.
“Se trata de una nueva lectura sobre el tradicional lugar de encuentro de negocios, a través de una gran variedad de ambientes y colores que hacen hincapié en la claridad del concepto de ‘Casa abierta’”, comentan los arquitectos. Una reinterpretación lúdica de las formas, materiales y colores tradicionales, donde la madera y la estética industrial de las instalaciones vistas se combina con el verde de las tapicerías y las piezas cerámicas de las paredes de Mutina, que transmite frescura al espacio.
Además del área del restaurante y el bar, el espacio alberga el hall-recepción, un kiosko y ‘The Gallery’, donde se exponen obras del artista Liam Gillick.
Para más información visiten: Dyer Smith Frey, Ringier
Vía: diarioDESIGN
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