La verdad es que, dentro de la casa, hay pocas cosas más bonitas que una puerta lacada. Además, el lacado aporta muchísima luz y está tan de moda ahora hacerlo en blanco... Lamentablemente, no es oro todo lo que reluce y, aunque otorgan un aspecto totalmente renovado a nuestro hogar, lacar puertas a veces supone un auténtico marrón.
Mi consejo es que antes se plantee si merece la pena llevar a cabo un trabajo tan complicado y delicado. Por ejemplo, si sus puertas son de una calidad regular o media, siempre será mucho más cómodo y práctico cambiarlas directamente por unas nuevas. Ahora mismo venden multitud de puertas prelacadas a precios más que competitivos, así que esa sería siempre mi primera opción. Por supuesto, ni se le ocurra intentar colocarlas sin la ayuda de un profesional, al menos si no quiere acabar comprando más de una...
Por otra parte, quizá sus puertas sean de una calidad excelente o de unos acabados muy particulares y desee conservarlas. Ningún problema; baraje tres opciones:
Lacar a rodillo: la solución más económica, con los peligros que eso conlleva. Espere un resultado competente, pero ninguna maravilla.
A pistola: una buena idea si también va a pintar el resto de la casa. Pero, ojo, que no le líen: pintar no es lacar, son dos cosas distintas aunque las haga el mismo profesional. Un buen lacado no admite poros ni grietas, Lacar es más bien barnizar con laca.
En taller: es la mejor opción, ya que se asegura de que el acabado sea liso, uniforme y agradable al tacto... pero incluye desmontar las puertas y trasladarlas hasta un taller. Un poco follón, pero merece la pena. Eso sí, es un poco más caro.
Por último, tenga presente que las puertas, una vez lacadas, son muy muy difíciles de reparar tras recibir algún golpe o arañazo. Así que ya sabe, cuide su patrimonio.
Por último, tenga presente que las puertas, una vez lacadas, son muy muy difíciles de reparar tras recibir algún golpe o arañazo. Así que ya sabe, cuide su patrimonio.
Vía: Habitissimo
No hay comentarios:
Publicar un comentario