La idea ha sido crear un espacio diáfano pero convertible, donde un sistema de paneles ocultos de madera se abren y se cierran para configurar los distintos niveles de privacidad: un espacio continuo cuando se recogen o compartimentado cuando se despliegan. De esta manera, el propietario puede regular los momentos dedicados al uso público y al privado.
En la nueva vivienda, la zona pública está perfectamente diferenciada de la privada y el paso de una a la otra se realiza a través de “umbrales”.En este paso, las piezas blancas y luminosas se convierten en espacios íntimos realizados en madera de roble. Estos umbrales -explican los arquitectos- “se fragmentan en lamas de madera que enmarcan las visuales buscadas. Es de especial importancia el umbral del hueco que enmarca el paisaje exterior, el cual se extiende hasta el suelo como expositor y almacenaje”.
Un sutil tallado de líneas verticales en la madera acompaña toda la vivienda dándole ritmo y textura.
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