jueves, 9 de octubre de 2014

Más metros útiles, luz y nueva vida para un piso clásico de l’Eixample .

¿Se puede mejorar la distribución de una vivienda, eliminando particiones innecesarias pero manteniendo al mismo tiempo el número de estancias inicial? Éste es el reto que resuelve el estudio Egue y Seta (Daniel Pérez + Felipe Araujo) en la reforma de esta céntrica vivienda de l’Eixample barcelonés. Un proyecto que mira hacia el futuro mientras recuerda su historia, invita a utilizar sus espacios de forma polivalente, y sabe ser hospitalario y abierto a la vez que íntimo.
Ante esta rehabilitación, surgían, según Egue y Seta, otros interrogantes: ¿Se pueden comunicar espacialmente espacios contiguos, públicos y privados, sin que la intimidad de los usuarios de la vivienda se vea afectada? ¿Y superponer texturas y acabados diversos manteniendo al mismo tiempo una atmósfera visual “ligera”? Es decir, ¿que todo funcione como un lienzo en blanco listo para recibir las aportaciones decorativas de los futuros habitantes del espacio?
El proyecto de reforma de esta vivienda, situada en el céntrico Passeig de Sant Joan de Barcelona, da una contundente respuesta afirmativa a las anteriores cuestiones. Y su resultado es homologable a un sinfín de viviendas de tipología y dimensiones semejantes. Ello confirma que el diseño y la experiencia de estos interioristas no están reñidos con los presupuestos ajustados o las viviendas de menor tamaño (esta mide 75 m2).
El encargo inicial del proyecto tenía tres puntos de partida. El primero, mantener el valor actual de la vivienda en cuanto a número de estancias, teniendo en cuenta la posibilidad de venderla a futuro. En segundo lugar, conseguir un espacio mucho más atractivo en cuanto a la distribución e iluminación. Y tercero, difuminar la presencia del corredor, integrándolo y haciéndolo protagonista de la vivienda como elemento comunicador y vivible.
Adicionalmente, Egue y Seta ha querido optimizar los recorridos, e independizar aquellos más públicos de los más privados.
De esta forma, el proceso de diseño empezó por dividir la vivienda en dos partes: una privada y una pública. Para ello, se han intercambiando las ubicaciones de la cocina, el cuarto de baño y el vestidor. La habitación principal, ahora adyacente al cuarto de baño y al vestidor, ofrecía la posibilidad de comunicarse con éstas estancias mediante un itinerario privado e independiente, convirtiéndola en una habitación “en suite”. Mientras que la cocina, en su nueva ubicación, se abría de forma natural hacia el área social a través de un pasillo y accesos ensanchados.
Este área social, en el ala de la fachada principal de la vivienda, se organiza alrededor de una gran mesa de madera que separa las tres estancias aquí ubicadas: zona de estudio, zona de comedor y salón. Sobre esta mesa, destaca una lámpara con carril superior que permite adaptarla a diferentes usos y que pende desde un techo de bovedilla catalana con vigas de madera restauradas.
Al fondo, la pared de ladrillo visto, bañada con una tenue luz indirecta, recuerda la herencia histórica y arquitectónica del edificio catalogado, y dialoga de forma armoniosa con los pavimentos de baldosa hidráulica originales, recuperados y pulidos para darles nueva vida y vigencia estética. Sobre él se ha dispuesto una alfombra persa que delimita un salón que mira a través de dos balcones imponentes al amplio Passeig Sant Joan de Barcelona.
A pocos pasos del comedor, se plantea, sin puertas o cerramientos adicionales, la cocina. Esta estancia, antes privada y técnica, propone ahora una estrecha relación visual con el comedor, aprovechando toda la luz de la fachada principal y anexionando a sus escasos metros cuadrados los ganados al pasillo. La pequeña barra, que puede usarse por ambos lados, difumina la frontera entre ambas estancias mientras la fotografía de autor en la pared opuesta logra dar perspectiva y continuidad al estilo propuesto.
Otro de los logros de este proyecto es haber conseguido una cocina polivalente en un espacio que, pese a no ser muy amplio, resulta diáfano, bien iluminado y con vistas.
El dormitorio principal de la vivienda, en su nuevo estatus de habitación “en suite” plantea no sólo una posibilidad de acceso privado hacia el cuarto de baño y su vestidor, sino que propone también una “íntima” relación visual entre la ducha y el dormitorio, separados tan sólo por un vidrio y una veneciana de madera, lo que permite jugar con la entrada de luz y la intimidad/sensualidad en ambas zonas.
En este dormitorio, de estética tan neutral como el resto de la vivienda, destaca la pared del cabecero de cama, revestida con un impresionante gráfico de tela “pixelado”, diseño de Cristian Zuzunaga.
El baño se divide en dos partes, para mejorar su funcionalidad: en la delantera se ubican dos lavamanos (para cada uno de los propietarios), mientras que en la parte más íntima se encuentran el inodoro y ducha. Continuando con el discurso formal vinculado a la forma de píxel aplicado en el dormitorio, los revestimientos de azulejo blanco y turquesa se disponen con un despiece de 10x10cm.
Como señalan los propios artífices de esta sabia reforma, “la renovación estilística y la redistribución espacial del inmueble han recorrido trayectorias cronológicas opuestas. La primera ha ido a buscar referencias históricas del pasado arquitectónico, mientras la segunda ha intentado reflejar estilos de vida y una foma de utilizar los espacios más actuales o futuribles, ganando siempre y en cada caso, luminosidad natural para cada estancia, una mayor sensación de amplitud general y un incremento exponencial de la versatilidad de usos del conjunto”.

Para más información visiten: Egue y SetaCristian Zuzunaga
Vía: diarioDESIGN



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