Descripción de los arquitectos. El proyecto consistió en la rehabilitación integral de un edificio de oficina obsoleto, para reconvertir lo en un hotel de cuatro estrellas, de 63 habitaciones y restaurante en planta baja.
El proyecto de arquitectura e interiorismo se ha desarrollado en paralelo esto ha permitido un conseguir un resultado homogéneo.
El cambio de uso de oficinas a residencial público, implicaba crear un 20% de patios, esto nos llevó a vaciar el centro del edificio existente, colocando el patio y los núcleos de comunicación vertical, formado por escaleras, ascensores y montacargas. El patio cumple varias funciones, ventila las escaleras, da continuidad espacial, permite la entrada de luz natural a través del lucernario superior hasta planta baja. Es el espacio por donde circulan los ascensores de cristal de clientes. La medianera de cierre del patio se resuelve con un muro de espejos, que duplica el tamaño del patio y crea interesantes relaciones visuales desde los diferentes niveles.
Las habitaciones se intercalan entre ellas para optimizar la anchura del edificio de 12 m y conseguir cuatro habitaciones por fachada, ocho por planta. Esto es el origen de una solución particular que se aleja de la convencional distribución hotelera, que junto con el uso de espejos, que duplican el espacio, el brillo y la luz indirecta recortando planos, y el blanco en sus diferentes tonalidades y matices, nos ayuda a crear una atmósfera neutra que transmite la sensación de tranquilidad, relax y amplitud.
Dentro de las habitaciones, el baño se ha atomizado, en el sentido de que las tres piezas, sanitario, lavamanos y ducha o bañera ocupan un lugar propio en la habitación, posibilitando el uso simultáneo de los mismos. La ducha y los sanitarios aparecen como cabinas de cristal blanco integradas en las paredes de las habitaciones. Estas cabinas se cierran con puertas de cristal con serigrafías como una reinterpretación de elementos del “optical art”.
Hay dos tipos de elementos de almacenaje, uno como armario oculto y otro como un sistema de colgar y estantes vistos que participa del propio espacio de la habitación, el orden lo decide el cliente como propietario temporal del espacio.
La iluminación es parte esencial del proyecto, se evita el uso de focos encastados, se resuelve mediante luces indirectas y lámparas de techo decorativas, poniendo especial cuidado en el control del consumo, con uso del cátodo frio y la fluorescencia, y en la tonalidad y color de la luz. El uso de la domótica y la creación de escenas de luz ayudan al control de los efectos. El espíritu y la imagen propia de las habitaciones se extiende por las zonas comunes del hotel creando un todo unitario.
Las zonas comunes se sitúan en planta baja y se dividen en tres zonas. La primera al lado del acceso sirve de bar-recepción, la segunda situada bajo el patio es la zona de estar o salón y la última es la de comedor con cocina vista a través de un hueco panorámico, que permite ver al equipo del chef Paco Pérez en acción.
Los materiales vuelven a ser los mismos, suelo de Epoxi blanco, pintura blanca brillante en techos y paredes cubiertas de cristal, acero inoxidable y piel, siendo el color blanco el protagonista.
Aparecen unos ángeles blancos en esculturas o imágenes que puntúan los diferentes espacios, como criaturas habituales que ejercen de protectores de los usuarios del hotel, son obra del escultor Christoph Mertens.
Para más información visiten: GCA Arquitectes
Fotografías: Jordi Miralles
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