


El espacio cuenta con once mesas de diferentes formatos y tamaños, que se prolongan desde el interior hasta la terraza, abierta de par en par. En realidad se trata de un espacio completamente abierto, que se aprovecha del magnífico clima isleño, pero que también se puede resguardar de la lluvia en las épocas más torreciales. En la imagen, una mesa redonda de madera robusta, rodeada de las sillas Eames.
El espacio se aprovechó al máximo para dar cabida a mesas de dos, cuatro y seis comensales, aunque, desde luego, también se pueden juntar. Desde cualquier parte del Naia se disfruta de las vistas a El Charco de San Ginés, zona que últimamente se ha puesto muy de moda en Arrecife.
El recurso de la rejilla para crear espacios independientes pero con visibilidad ha sido todo un acierto en el proyecto de interiorismo. Los productos que se consumen y que Mikel utiliza en su cocina están expuestos y forman parte de la decoración. Mikel apuesta por una cocina sana, natural, con ingredientes estacionales y de la zona, y todo ello se muestra para que no quepa duda de su procedencia y frescura.
Para esta decoración de estilo industrial, pero cálida y amable, se han elegido algunos diseños clásicos como los taburetes Tolix, que aparecieron en los años 20 y que, un siglo después, siguen de plena actualidad.
Detalle de las lámparas del local, realizadas a base de bombillas decorativas colgando de un cable. El proyecto de iluminación fue muy estudiado, ya que, al ser un espacio abierto, había que tomar en cuenta la luz exterior para poder crear una atmósfera adecuada en su interior.

Incluso la carta hace un guiño al estilo industrial, pues se ha utilizado el típico tablón con pinza de las oficinas antiguas. Como ven, el ingenio no está reñido con la austeridad.
Para más información visiten: Restaurante Naia, Andrés Medina Toledo
Vía: decoratrix
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