El objetivo fue renovar un pequeño apartamento de playa de tan solo 23 m2 y convertirlo en un espacio flexible y luminoso, propio de nuestros días. Los responsables de llevarlo a cabo han sido los arquitectos Ancor Suárez y Antonio Suárez, que han dado un sorprendente giro a una vivienda poco atractiva y excesivamente compartimentada, reflejo de la tipología turística de los años 60.
Desde el inicio, el principal reto fue conseguir una vivienda lo más flexible y luminosa posible a fin de constrarrestar la falta de superficie. La nueva propuesta se aprovecha de la situación de privilegio en primera línea de playa para inundar el espacio de luz natural y diluir los límites entre el interior y el exterior.
La eliminación de los antiguos tabiques sirvió para ampliar visualmente el apartamento y diseñar un nuevo hábitat organizado en dos zonas.
Por una parte, las zonas húmedas se agruparon tras un cerramiento móvil de vidrio translúcido, lo que permite incorporarlas al resto del espacio cuando se desee. Por otra, la zona principal se concibió como un escenario cambiante de la vida doméstica gracias al diseño de un versátil y multifuncional mueble a medida. Esta gran pieza de mobiliario permite que la estancia pueda funcionar indistintamente como sala de estar, comedor o dormitorio en función de las necesidades del cliente.
El aspecto moderno y funcional del renovado apartamento se acompañó de una reducida paleta de materiales y colores que no sobrecargan el espacio en ningún momento: porcelánico gris de gran formato en paramentos y suelo del baño, entarimado de madera de ipe en el pavimento interior y exterior, y DM lacado para el mueble polifuncional.
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