

Después de la limpiar la estructura, se descubrió una belleza oculta: Bóvedas de ladrillo esféricas, y muros de piedra. El espacio podría haber sido originalmente un establo. Varios elementos daban cuenta de esto, como los pequeños espacios entre los muros, donde pudieron vivir caballos, o la madera de la buhardilla en la que se almacenaba el heno. Todo ello en perfecto estado.

Todo lo demás es un trabajo de hospitalidad. Es como si estuviéramos en en un edificio de 200 años, con conexión a internet, agua filtrada para los invitados que sale a través de una grifería de cobre y un lavamanos de hormigón, maquinas de café espresso de alta calidad, personas con laptops y tablets, intelectuales amantes del café, oficinistas, universitarios, húngaros y extranjeros. En fin, en la ciudad misma.
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Fotografías: Danyi Balázs
Vía: Plataforma Arquitectura
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