Si tiene un piso antiguo con radiadores de hierro fundido y está pensando reformarlo, con independencia del aire que quiera darle: moderno, minimalista o industrial, antes de deshacerse de los radiadores, por muy viejos o estropeados que estén, valore la posibilidad de recuperarlos. Además de ser un óptimo y funcional sistema de calefacción, sus posibilidades decorativas son infinitas.
Renovados adecuadamente y con una buena mano de pintura imaginativa, son piezas que encajan a la perfección en la decoración de interiores de cualquier estilo.
Pintar los radiadores permite darles un look nuevo y más cuidado sin apenas invertir dinero. Lo más importante, antes de empezar con la tarea, es asegurarse de que no hay restos de óxidos o antiguas pinturas (en ese caso, habría que lijarlos) y comprar una pintura anticalórica especial para este tipo de radiadores que resiste las altas temperaturas y que no se cuartea con el calor. Una vez hecho esto, puede pintar los radiadores de todos los colores y modos imaginables.
Puede probar a pintarlos en un tonos sobrios (negro, gris o blanco) o en colores más llamativos (amarillo, azul turquesa) de modo que en lugar de esconderlos o mimetizarlos con el resto de la habitación donde estén instalados, se conviertan en el elemento protagonista de la decoración.
También puede combinarlo con el color de la pared o del rodapié o hacer que haga juego con algún elemento de la decoración de la estancia como el sofá. las cortinas o la alfombra.
Y una última alternativa, en este caso más llamativa, consiste en pintarlos como una escalera de color. Aquí hay dos posibilidades: puede optar por pintarlos en tonos degradados, bien dentro de la misma gama cromática (rojo, anaranjado, amarillo), en dos tonos de contraste (blanco, negro) o bien como un arcoíris. Ya sea con su aspecto original o bien con toques de color, sin duda los antiguos radiadores de fundición, muchas veces labrados, son piezas únicas que merecen una segunda oportunidad antes de acabar convertidos en chatarra.
Vía: decoratrix
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