Conviene limpiar la madera de puertas y ventanas exteriores con frecuencia y protegerla con barnices o aceites especiales.
Las superficies exteriores de las puertas y ventanas de madera sufren mucho los rigores del clima. Si no se les proporcionan los cuidados adecuados, es posible que su aspecto afee muy pronto e incluso que el material se agriete y se rompa. Este artículo explica cómo efectuar de manera correcta la limpieza de las superficies exteriores de madera, los beneficios de proteger la madera con lasur o barniz de poro abierto y cómo aplicar esta sustancia en puertas y ventanas.
Las puertas exteriores y ventanas de madera dotan a cualquier edificación de una belleza y una calidez especiales, pero requieren de un mantenimiento periódico para evitar que el material se deteriore con rapidez a causa de la erosión de la lluvia, el sol, el viento y demás condiciones climáticas. Si bien hay maderas que resisten a la intemperie mejor que otras, todas necesitan de ciertos cuidados, que se detallan a continuación.
Limpieza de las superficies exteriores de madera
Para la limpieza de las partes de madera que dan al exterior y se han ensuciado con polvo o les han quedado huellas de dedos o marcas similares, lo más conveniente es utilizar una bayeta suave, seca o apenas humedecida con agua.
Si la suciedad de la puerta es algo más difícil de quitar, es posible el uso de productos naturales, como una solución compuesta por una cucharada de vinagre por cada litro de agua. Se empapa una bayeta, se escurre bien y se pasa por la superficie de la madera.
Hay que tener especial cuidado de que no haya ninguna impureza en el paño que se emplee para estas tareas, ya que se podrían producir rayaduras. Y se debe evitar el uso de sustancias abrasivas, ya que pueden dañar la madera o la pintura o el barniz con que esté recubierta. Tampoco se deben utilizar sustancias abrasivas para las bisagras u otras partes metálicas, salvo que se hayan desmontado y separado las piezas de metal de las de madera.
Para dar a la madera expuesta a la intemperie una mejor protección, en lugar de aplicar los barnices tradicionales, se puede optar por distintos aceites o los llamados barnices de poro abierto o lasures. Al ser aplicadas sobre la superficie, estas sustancias no crean una película externa que la protege, sino que penetran en la madera y dejan los poros de esta abiertos (de ahí su denominación).
La película generada por los barnices tradicionales, al estar al sol, genera un efecto lupa que acaba por cuartear, resecar y romper la madera. Los lasures, en cambio, permiten que la madera respire y que regule de forma natural la humedad interior con la del ambiente donde se encuentra.
Entre otras ventajas, estos barnices de poro abierto también incluyen fungicidas e insecticidas, proporcionan a la madera una alta resistencia a los rayos ultravioletas, son muy fáciles de aplicar y su duración es extensa (unos cinco años). Además, cuando es necesario dar otra mano, no hace falta lijar (salvo que la superficie se haya deteriorado y presente irregularidades) ni decapar. Y otro punto a favor es que resaltan la belleza natural de la madera, ya que no ocultan, sino que destacan las vetas naturales del material.
Una alternativa a estos barnices de poro abierto son algunos aceites, como los de teca o de linaza. Sus propiedades son parecidas, aunque no cumplen con todos los requisitos detallados para los lasures ni los resultados son los mismos. En cualquier caso, siempre conviene realizar pruebas en una parte de la madera poco visible (o en una pieza de la misma madera no incluida en la puerta o ventana) para ver cómo queda.
La aplicación del barniz de poro abierto es sencilla. No es imprescindible lijar la superficie de la madera, aunque conviene hacerlo si sobre ella se detectan irregularidades o pelillos. Luego, con la superficie limpia, se aplica una mano de lasur con un pincel y se deja secar durante unos 20 minutos.
Cumplido este tiempo, se retira el excedente con un trapo y se espera unas horas para que el fluido que haya penetrado en la madera se seque. Se puede dejar de un día para otro, con el fin de asegurar que haya secado bien. Luego se da una segunda mano, para lo cual se repite la operación de la misma forma.
Por lo general, dos manos son suficientes para que la madera quede protegida. Se puede hacer una prueba para estar seguro: se echa una gota de agua sobre la superficie. Si la madera la absorbe, será señal de que hace falta al menos una mano más de aceite o barniz. Si la gota permanece allí, será signo de que se ha alcanzado una buena impermeabilidad.
Vía: Eroski Consumer
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