Existen kits para la instalación de pequeños invernaderos en el jardín, que permiten el crecimiento de diversas plantas en cualquier época del año.
Un invernadero garantiza buenas condiciones para el desarrollo de las plantas durante todo el año, más allá de las inclemencias del tiempo. Y no hay que pensar en grandes superficies: un par de metros cuadrados en el jardín pueden ser un espacio idóneo donde instalarlo. Este artículo destaca la diferencia entre invernaderos prefabricados y "artesanales" y brinda detalles sobre sus tamaños, estructuras, cubiertas y modos de ventilación, además de algunos consejos básicos para su mantenimiento.
Invernaderos prefabricados y "artesanales"
Los invernaderos pueden tener muchos tamaños y finalidades. Cuando se piensa en un invernadero, a menudo la imagen que acude a la mente es la de una construcción enorme, que abarca una amplia superficie y permite el desarrollo de centenares o miles de plantas. Pero no todos los invernaderos son así. De hecho, es posible montar uno en un par de metros cuadrados que queden libres en el jardín.
Existen dos posibilidades para que el aficionado monte un invernadero: comprar un kit de invernadero prefabricado o lanzarse a la creación de una instalación de modo "artesanal". La primera opción es más sencilla; la segunda, más artesanal, pero exige algunos conocimientos y habilidades que se aprenden con el tiempo y cuya carencia puede derivar en que el trabajo no dé los resultados esperados (elegir materiales inadecuados, que la estructura se derrumbe, etc.). La alternativa de colocar un invernadero "artesanal" resulta más económica en principio, pero si genera problemas, puede ocasionar que se termine gastando más dinero que el que cuesta un kit. Quizá lo más recomendable es que la primera experiencia sea con un modelo prediseñado, que sirva como aprendizaje, y, luego, sí animarse a desarrollar por su cuenta la edificación.
Estructura y tamaño del invernadero
Un invernadero es en esencia una edificación con paredes o techos transparentes, de plástico o cristal, que permite a las plantas recibir la luz que necesitan para vivir y a su vez evitar las condiciones del clima que podrían ocasionar su muerte, sobre todo el frío, el viento y la humedad. Para la construcción de un invernadero, por lo tanto, son necesarias algunas piezas fijas, que funcionen como el armazón o esqueleto de la estructura, y el plástico que lo recubra.
En el caso de un invernadero de gran tamaño, la estructura se debe sostener sobre auténticas columnas y vigas, pero cuando es una edificación pequeña, el armazón puede estar hecho con piezas de plástico o PVC, como si fuese una tienda de campaña. Cierta clase de tuberías de esos materiales presentan la combinación justa entre flexibilidad, solidez y resistencia, con la ventaja de que además es fácil conseguir racores, codos y otras uniones.
La comparación con una tienda de campaña también es válida cuando se piensa en el tamaño, ya que el invernadero puede tener una baja altura (entre 1 y 1,50 metros), en particular si es pequeño. Con relación a su forma, puede no tener líneas rectas sino curvas, es decir, que no tenga paredes y techos diferenciados, sino una misma cobertura curvada que proteja la superficie del suelo.
Cubierta y ventilación del invernadero
Hay que poner mucho cuidado y atención cuando se trata de sujetar la estructura al suelo. Se debe fijar para que resista del mejor modo posible los vientos y probables tormentas. Para ello, conviene usar estacas de al menos 25 o 30 centímetros, aunque esto también depende del tamaño general de la instalación.
Con respecto a la cubierta, se debe procurar que no sea un plástico transparente cualquiera, sino que al menos cuente con una protección contra los rayos ultravioletas. Las mayores dificultades aparecen sobre todo en el momento de tensar y sujetar este material. Una de las soluciones más comunes es coser el plástico, para lo cual se recomienda el uso de hilos con un alto porcentaje de poliéster u otro material sintético (el algodón u otras fibras naturales encojen o se rompen con facilidad).
Los invernaderos necesitan buena ventilación, sobre todo para las épocas de temperaturas más agradables. Las construcciones grandes cuentan con aberturas tanto en las paredes como en el techo, a modo de ventanas y claraboyas. Si el invernadero es pequeño, según el clima de la región donde se ha de poner, se puede optar por una cobertura con orificios (de un centímetro de diámetro, aproximadamente) que dejen pasar el aire. Así se facilita la ventilación del invernadero, sin restar protección a los ejemplares que se desarrollan en su interior.
Consejos básicos para mantener un invernadero
Para mantener las buenas condiciones del invernadero, las siguientes son algunas recomendaciones esenciales:
- Para aprovechar al máximo la luz natural, se deben evitar las sombras de árboles o edificaciones y orientar el invernadero, siempre que sea posible, de este a oeste.
- Conviene limpiar con frecuencia la cubierta del polvo y otra suciedad que también bloquean el paso de la luz del exterior.
- En épocas de temperaturas altas se puede recurrir a mallas de sombra, que se colocan por encima del invernadero y, de este modo, rebajan las temperaturas en su interior, sin eliminar por completo la iluminación.
- Se debe procurar, en general, que la temperatura mínima en un invernadero esté entre los 10 y 15 grados, mientras que las máximas no superen los 30º C. Además, se considera que la diferencia entre las temperaturas diurnas y nocturnas en el interior del invernadero debería ser de unos 5 o 7 grados.
Vía: Eroski Consumer
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