


Scattarella, de origen argentino pero afincado en Barcelona desde hace una década, se ha inspirado en las antiguas bodegas para dotar de una nueva personalidad al local. Especialista en conjugar múltiples detalles para conseguir un ambiente determinado, el diseñador, junto a su estudio Dissenya2 Arquitectura, ha desplegado toda una batería de recursos para lograr esta particular atmósfera. Desde los materiales hasta los elementos decorativos.
Las paredes están estucadas y envejecidas. El suelo del salón es de parquet cepillado a mano y el de la planta baja, de toba manual colocada en espigatum. Para el sobre de la barra se ha utilizado mármol blanco.

Por supuesto, hay barriles, pero en el techo, lo que otorga el punto de originalidad que suele acompañar a Scattarella. Se trata de toneles de roble en desuso, y también procedentes del sur de la península que, tras ser cortados por la mitad, ahora funcionan como techo, difusor de aire acondicionado y hasta de lámpara.
Terminan de completar el look detalles como las persianas de esparto, el mueble de obra del salón para almacenar botellas y divertidas imitaciones de cabezas de animales disecadas colgadas en la pared.

La atmósfera andaluza convive, por otra parte, con el aire vintage que desprenden las mesas de madera envejecida y las sillas de aspecto oxidado del salón, y con otro elemento clave del sello Scattarella: la presencia el diseño gráfico. En este caso con carteles de bebidas y la carta.
La planta baja de Casa Guinart tiene acceso a Las Ramblas, La Boqueria y al pasillo que comunica a éstas dos últimas. Los accesos han sido diseñados para que se puedan abrir de par en par. Una vez abiertos, no hay diferencia entre el exterior y el interior, y la barra queda a centímetros de la acera.
En el sobre de la barra están los expositores de materia prima, al alcance de la mano del cocinero, que prepara la comida a la vista del cliente.

Vía: diarioDESIGN
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