La tienda Garoa está situada en un pequeño terreno de una importante calle comercial en São Paulo, la calle Oscar Freire, en el cruce con la calle Melo Alves. La esquina es el lugar en el que el edificio está más expuesto, doblemente ligado a la calle y a la acera. Exactamente en ese encuentro de las calles se proyectó un recorte en el edificio, como la extracción de una porción del volumen, definiendo dos planos transparentes que exponen el interior de la tienda y amplían la presencia de la esquina. Un recorte que intensifica la relación más inmediata con el espacio público. Aunque el terreno está al inicio de la calle Oscar Freire, la dirección en la que circula el tráfico en la calle está en el sentido opuesto a la esquina que ocupa. Esto les llevó a pensar que las miradas oblicuas son más interesantes, tanto para la esquina como para la propia calle Oscar Freire. Por eso las transparencias de la tienda no reporducen el paralelismo de las calles, no diseñan una fachada, sino que definen un volumen.
La construcción de escala sencilla emplea el hormigón aparente como material capaz de dar, con su textura peculiar, unidad a la construcción. Aquí el hormigón negro vuelve a la construcción todavía más opaca y táctil. Una piedra carbonizada, cortada en ángulos oblicuos, como una obra de cantero. El volumen oscuro termina por valorizar el interior de la tienda, blanco y luminoso. Es el producto, en este caso la ropa, lo que quiere evidenciarse. Un estrecho rasgo en la pared permite que se vea desde la calle la paleta de colores de la estación.
Las mujeres compran en el piso de abajo, los hombres en el piso superior. La escalera, ya desde la entrada de la tienda, resulta una invitación a conocer el segundo piso. Encima, la organización del área de exposición permite una sorprendente vista de la calle con sus tiendas y bares.
Internamente, la pequeña tienda está organizada a partir de un volumen longitudinal que ocupa todo el límite lateral, resolviendo todas las soluciones específicas: escalera, pequeña cocina, sanitarios, probadores y almacén. Esta concentración permitió mantener libre el resto de la tienda. Ese volumen interno está pintado de color plata con pintura brillante de automóvil, reforzando el contraste entre interior y exterior.
El interior de la tienda se define en conjunto con sus transparencias. Al fondo del patio un volumen de cristal negro vuelve más profunda la dimensión del espacio. El suelo de madera antigua restaurada densifica el tiempo. Las mismas tablas de madera irregulares continúan hacia el espacio externo y crean un suelo para el terreno, más que para el edificio. En la cara que da a la calle Oscar Freire se proyectó un patio junto al límite del terreno. Un pequeño espacio libre, confluencia del pavimento de la acera con el suelo de la propia tienda, una pequeña sala de estar que también es el acceso a la tienda. El árbol que se encuentra en el patio, una pitangueira, refuerza el carácter de estar deseado.
El crítico de arte Alberto Tassinari se encargó del comisariado de obras de artistas paulistas expuestas en el interior de la tienda.
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