El estilo étnico es una de las tantas tendencias que conforman el interiorismo actual. Algunas veces, definiendo el espacio con características muy marcadas y, otras, acompañando a otros estilos, con sólo toques que lo diferencian.
Un espacio étnico se destaca, especialmente, por la presencia de objetos de diferentes culturas, especialmente de aquellas más exóticas y provenientes de los lugares más lejanos. Si bien muchos identifican su impronta con la decoración africana, diversos y remotos son los lugares que se evocan en sus ambientaciones: India, Indonesia, Tailandia, Marruecos, la Isla de Pascua, los pueblos gitanos, así como nuestras culturas latinoamericanas, acentúan lo distintivo de estos espacios.
En ocasiones, un solo objeto puede transmitir el espíritu de una comunidad y aportar así a la fusión que se busca lograr en el espacio. Parajes recónditos de Africa, Asia y aún de regiones de nuestro país, presentes a través de objetos que nos remiten a otros sitios, tiempos y culturas, y se convierten en protagonistas que dan el sello a interiores que pueden partir de una base minimalista o rústica, con muebles antiguos o muy contemporáneos o, por qué no, mobiliario de aire pop.
Si bien la base de estos espacios es la mezcla de muebles y piezas decorativas de diferentes culturas, requieren además de una ambientación especial que enmarque adecuadamente los elementos que luce.
La decoración de estos recintos, también alude generalmente a las viviendas africanas o de pueblos antiguos con predominio de materiales naturales y soluciones simples sin demasiados excesos ni recargados de elementos ornamenales. Pocos objetos, pero impactantes, es una de las claves principales.
Los colores favoritos son, generalmente los terrosos o la gama de los rojos, desde los granates a los naranjas. No obstante, los espacios en blanco y negro también logran un buen marco para la fusión de culturas.
Los materiales de este estilo, que apuesta a la calidez y al toque personal, son la madera, generalmente tallada, los tejidos naturales, el mimbre y distintas fibras vegetales, telas tintadas a mano, barro, piedra.
La luz juega un rol preponderante. Sus ambientes se matizan con una iluminación general suave y difusa, y luces puntuales destacando objetos, siempre en tonos cálidos. Velas, fanales, lámparas de papel, bambú entre otras alternativas dejan su destello étnico y junto a los aromas ayudan a generar una atmósfera especial.
Los viajes son un buen recurso para obtener piezas que marquen la personalidad de quien habita el espacio. Si los objetos hacen referencia a experiencias personales, caminos recorridos, viajes vividos, lugares que nos remontan a recuerdos, el espacio denotará un carácter aún más especial. Máscaras traídas de Africa conviviendo con tapices de Marruecos y coloridos killims de la India, logran un encuentro auténtico de culturas, en espacios donde no faltan objetos regionales, cueros, pieles o tapices que aluden a nuestra cultura nacional.
Todo vale: el toque multicultural es el que da el encanto, en una ambientación que acompaña con el mobiliario, la iluminación y los colores adecuados.
Un espacio étnico se destaca, especialmente, por la presencia de objetos de diferentes culturas, especialmente de aquellas más exóticas y provenientes de los lugares más lejanos. Si bien muchos identifican su impronta con la decoración africana, diversos y remotos son los lugares que se evocan en sus ambientaciones: India, Indonesia, Tailandia, Marruecos, la Isla de Pascua, los pueblos gitanos, así como nuestras culturas latinoamericanas, acentúan lo distintivo de estos espacios.
En ocasiones, un solo objeto puede transmitir el espíritu de una comunidad y aportar así a la fusión que se busca lograr en el espacio. Parajes recónditos de Africa, Asia y aún de regiones de nuestro país, presentes a través de objetos que nos remiten a otros sitios, tiempos y culturas, y se convierten en protagonistas que dan el sello a interiores que pueden partir de una base minimalista o rústica, con muebles antiguos o muy contemporáneos o, por qué no, mobiliario de aire pop.
Si bien la base de estos espacios es la mezcla de muebles y piezas decorativas de diferentes culturas, requieren además de una ambientación especial que enmarque adecuadamente los elementos que luce.
La decoración de estos recintos, también alude generalmente a las viviendas africanas o de pueblos antiguos con predominio de materiales naturales y soluciones simples sin demasiados excesos ni recargados de elementos ornamenales. Pocos objetos, pero impactantes, es una de las claves principales.
Los colores favoritos son, generalmente los terrosos o la gama de los rojos, desde los granates a los naranjas. No obstante, los espacios en blanco y negro también logran un buen marco para la fusión de culturas.
Los materiales de este estilo, que apuesta a la calidez y al toque personal, son la madera, generalmente tallada, los tejidos naturales, el mimbre y distintas fibras vegetales, telas tintadas a mano, barro, piedra.
La luz juega un rol preponderante. Sus ambientes se matizan con una iluminación general suave y difusa, y luces puntuales destacando objetos, siempre en tonos cálidos. Velas, fanales, lámparas de papel, bambú entre otras alternativas dejan su destello étnico y junto a los aromas ayudan a generar una atmósfera especial.
Los viajes son un buen recurso para obtener piezas que marquen la personalidad de quien habita el espacio. Si los objetos hacen referencia a experiencias personales, caminos recorridos, viajes vividos, lugares que nos remontan a recuerdos, el espacio denotará un carácter aún más especial. Máscaras traídas de Africa conviviendo con tapices de Marruecos y coloridos killims de la India, logran un encuentro auténtico de culturas, en espacios donde no faltan objetos regionales, cueros, pieles o tapices que aluden a nuestra cultura nacional.
Todo vale: el toque multicultural es el que da el encanto, en una ambientación que acompaña con el mobiliario, la iluminación y los colores adecuados.
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