
Originario del siglo XVI, el edificio que ocupa el hotel es uno de los más importantes de la ciudad. Su uso original, como guardería de la orden del Sagrado Corazón de Jesús, todavía se respira en su acogedora y serena atmósfera.

El arte japonés del kintsugi
Lleno de reliquias góticas, azulejos de mármol, espejos barrocos y cortinas de terciopelo, el edificio original ha rejuvenecido siglos. Paloma Hernaiz y Jaime Oliver, de OHLAB, han restaurado el espacio inspirándose en el kintsugi. Un técnica japonesa que arregla la cerámica rota con barniz de resina mezclado con polvo de oro, plata o platino. De esta forma se logra restaurar el edificio sin por ello disfrazar su historia y antigüedad.

Protagonista indiscutible del hotel, el jardín privado cuenta con más de 70 especies de plantas. Con más de 750 metros cuadrados y un cuidado diseño, funciona como el perfecto telón de fondo para el spa y el restaurante. Dentro, la vegetación coloniza un interior donde las plantas avanzan por paredes y techos, envolviendo al visitante.
La intervención combina un profundo respeto por las preexistencias con una estética completamente nueva y contemporánea. Los elementos art decó, las piezas de arte y antigüedades obtenidas en tiendas de Copenhague, París y Turquía se combinan con cerámicas eclécticas y objetos de tiendas locales de Mallorca. Juntas crean un interiorismo que combina pasado y presente. Una cuidada iluminación y piezas de mobiliario de marcas de diseño completan la decoración.

El arte japonés del kintsugi
Lleno de reliquias góticas, azulejos de mármol, espejos barrocos y cortinas de terciopelo, el edificio original ha rejuvenecido siglos. Paloma Hernaiz y Jaime Oliver, de OHLAB, han restaurado el espacio inspirándose en el kintsugi. Un técnica japonesa que arregla la cerámica rota con barniz de resina mezclado con polvo de oro, plata o platino. De esta forma se logra restaurar el edificio sin por ello disfrazar su historia y antigüedad.

Protagonista indiscutible del hotel, el jardín privado cuenta con más de 70 especies de plantas. Con más de 750 metros cuadrados y un cuidado diseño, funciona como el perfecto telón de fondo para el spa y el restaurante. Dentro, la vegetación coloniza un interior donde las plantas avanzan por paredes y techos, envolviendo al visitante.

Todas las suites cuentan con abundante luz solar y vistas sobre los patios interiores del hotel o el casco antiguo de Palma. Espectaculares cortinas de suelo a techo sirven para dividir las distintas áreas.
Con un nombre, Botànic, inspirado en el jardín privado del establecimiento, el restaurante de influencia bistró está dirigido por el chef Andrés Benítez. Anteriormente conocido como Bou, el local cuenta con una estrella Michelin. Con una capacidad para 86 comensales, cuenta con una zona interior y otra exterior.
Para más información visiten: Ohlab, Can Bordoy
Vía: diarioDESIGN
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