Situado en la calle 29, muy cercano a Broadway, el hotel ocupa 18 plantas. Con multitud de espacios públicos, entre ellos el restaurante Ferris, la planta baja ofrece al cliente una rica experiencia sensorial. Antes de dirigirse a su habitación, los huéspedes pueden tomar algo en la cafetería, con ventanas retráctiles y una gran mesa comunitaria, o disfrutar de una cerveza o un licor en el Lobby Bar. Una escalera exterior dirige al patio de la planta primera, convertido en un remanso de tranquilidad en la gran ciudad.
Aunque desde fuera parece pequeño, su interior alberga 108 habitaciones de muy diversas tipologías. Desde una sencilla y elegante habitación estándar a una impresionante máster suite. Con grandes ventanales de suelo a techo, en todas ellas se ha optado por colores primarios. Los techos de hormigón visto contrastan con los revestimientos en roble francés y los accesorios en bronce anodizado y latón.
Diseño sereno y minimalistaCon un gran cuidado por el detalle, las habitaciones transmiten serenidad y una gran simplicidad en el diseño. Baldosas pintadas a mano conviven con tejidos artesanales, en una apuesta por los fabricantes frente a la fabricación. Entre las piezas elegidas, las alfombras Mía y Tres, de nanimarquina, decoran las zonas comunes y los dormitorios.
Con lavabos tallados a mano y una iluminación cálida y acogedora, los baños funcionan como verdaderos spas.
Remata el hotel un bar en la azotea, que bautizado como Good Behavior ofrece impresionantes vistas sobre Manhattan y el Empire State Building. Un oasis verde con un gran plano curvo acristalado que conecta interior y exterior.
Fotografía: Noah Fecks y Lester Ali
Para más información visiten: Studio MAI, Made Hotels
Vía: diarioDESIGN
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