La respuesta fue concebir los interiores como una pequeña ciudad con espacios abiertos y cerrados (públicos y privados), que resuelven las necesidades del día a día. Explica el arquitecto que si las necesidades de la vida cotidiana como cocinar, comer, dormir, bañarse y trabajar no están separadas por paredes y habitaciones, empiezan “a suceder cosas interesantes: las funciones se reorganizan y el espacio se libera”.
De esta manera, la planificación de la vivienda se organizó en una serie de bloques que condensan las funciones y generan espacios entre ellas. El interior se transformó en “una pequeña ciudad” donde los volúmenes funcionales son la arquitectura y los espacios a su alrededor son como los espacios públicos donde transcurre la vida diaria.
La zona de día -sala de estar, comedor y cocina- permanece diáfana y abierta frente a la zona de noche, con el dormitorio principal con baño propio y un segundo cuarto de baño con ducha. Entre ambas, una segunda habitación puede formar parte tanto de una zona como de la otra gracias a sus puertas correderas. Este mismo tipo de puertas ocultas, que también se utilizan en el dormitorio de los padres, permiten cerrar ambos espacios cuando se necesita privacidad, ofreciendo la posibilidad de transformarlas en dos dormitorios independientes.
Para más información visiten: Marty Chou Architecture
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