Una gran vitrina se abre, del otro lado de la calle, el Museo Etnográfico de Ginebra. Los rombos y la geometría estricta de la fachada del museo contrastan con las curvas del mostrador y del nicho del muro. Las ángulos deliberadamente redondeados del bar y la continuidad del acabado del suelo crean un espacio interior fluido. Juntas; líneas, arcos y recorridos se convierten en elementos complementarios de un único lenguaje geométrico.
El diáfano y animado espacio de la entrada se extiende a una mezanina más íntima. Se ha utilizado un solo material para el suelo del local y su escalera; un terrazzo con áridos de mármol blanco y negro de Carrara y rojo de Verona. La encimera en mármol blanco de Carrara se apoya sobre un mueble de madera negra acanalada, que recuerda a unas columnas de piedra. El pasamanos de la escalera y las lámparas de pared están hechas de latón, así como la lámpara de araña vintage. Esta lámpara domina el espacio central del bar y lo ilumina de manera cálida y retro.
Esta composición de materiales y formas a medida, crea una atmósfera única, reminiscente de un genuino caffe italiano.
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