Este proyecto tuvo como punto de partida un primer trabajo de arqueología-urbana. Se encontraron con un inmueble en total decadencia, llamado anteriormente Hotel Jardín Amazonas, rápidamente lo googlearon y aparecieron un par de fotos de su época de esplendor en donde les llamo la atención principalmente el patio central, como un oasis dentro de la ciudad, además de la decoración setentera, el tapete de pasto artificial y la vestimenta de los que fueron fotografiados tomando el sol junto a la alberca. Ya no quedaba nada de ese hotel más que la estructura típica de un motel, con pasillos exteriores que balconeaban al patio, así como innumerables capas de recubrimientos, agregados, escalones, plafones, y pegotes, como decimos comúnmente los arquitectos. Hoy el hotel cuenta con 36 habitaciones, cada una con un toque especial.
La fachada, que decidieron mantener intacta, había sido remodelada probablemente en los años ochenta, queriéndole imponer un aire de modernidad cubrieron al edificio con una piel de vidrio en acabado espejo. La Colonia Cuauhtémoc, que hoy es una zona muy activa culturalmente, compartió ese mismo proceso de deterioro durante algunos años, cuando la periferia le competía a la ciudad central. La decisión de qué elementos conservar y cuáles retirar fue un proceso lúdico y de descubrimiento gradual.
Decidieron, incluso, evitar el acceso por la fachada y construir uno nuevo al costado, en el estacionamiento vecino para modificar la narrativa del recorrido y provocar una sorpresa haciendo que los visitantes llegaran directo a aquel patio central que habían idealizado en las fotografías. En el proceso además de retirar y mostrar las diferentes capas, decidieron también aportar algunos elementos potentes que pudieran darle cohesión y unidad al proyecto. El concreto de la estructura del edificio existente se aprecia en cada espacio común y habitación del hotel.
El patio central se vuelve el espacio público con más actividad, El Restaurante, que está diseñado bajo los mismos criterios del hotel. La Tienda / Galería y la Biblioteca son espacios integrados uno con el otro, rompen las barreras entre ellos y crean la sensación de no existir un límite que los defina de forma independiente; con la Biblioteca se pretende tener un recinto acogedor a través de la atmósfera y del mobiliario.
La celosía de bloques de concreto negro conecta con estos objetivos de relaciones espaciales pero también aporta privacidad y enriquece el recorrido hacia los cuartos. Las habitaciones tienen una condición de vivencia al interior que depende del huésped, algunas incluso tienen azoteas privadas para poder tomar el sol y disfrutar del paisaje urbano vertical del DF.
Los interiores están realizados en colaboración con en equipo de diseñadores mexicanos que cuidaron cada detalle de los espacios, desde el mobiliario de concreto con incrustaciones de madera a medida y las luminarias, hasta los accesorios del baño, produciendo cada pieza de acuerdo a cada habitación. Intervenciones de arte contemporáneo cubren algunos muros de los cuartos dándole un toque de color y creando una experiencia espacial única.
Los interiores están realizados en colaboración con en equipo de diseñadores mexicanos que cuidaron cada detalle de los espacios, desde el mobiliario de concreto con incrustaciones de madera a medida y las luminarias, hasta los accesorios del baño, produciendo cada pieza de acuerdo a cada habitación. Intervenciones de arte contemporáneo cubren algunos muros de los cuartos dándole un toque de color y creando una experiencia espacial única.
BRANDING
Para ellos era importante cuidar cada una de las cosas que componen la experiencia hotelera, fue por esto que en conjunto con un especialista se desarrolló la gráfica y el branding de la marca para que los mismos lineamientos conceptuales de la arquitectura pudieran reflejarse en esto.
Para más información visiten: JSa
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