Todos los que amamos la música sabemos que la calidad con que podemos reproducirla en casa está condicionada en gran medida por el equipo que utilizamos. Sin embargo, en esta ecuación debemos tener en cuenta otro factor que incide tanto como el propio equipo, o, incluso, más aún, en el sonido que obtendremos: las características acústicas de la propia sala.
Si instalamos nuestro equipo de reproducción en una habitación dotada de las propiedades sonoras apropiadas, podremos conseguir que rinda al 100%. Sin embargo, si la acústica de nuestra sala es deficiente, su sonido se verá lastrado y obtendremos un resultado que no solo estará por debajo de las capacidades que en teoría tiene nuestro equipo Hi-Fi, sino que, incluso, es muy posible que nos defraude.Muchos entusiastas opinan que un equipo de gama media en una sala bien acondicionada puede rendir mejor que uno de alta gama en una sala con unas características acústicas deficientes.
Paneles difusores y absorbentes
Nuestro objetivo cuando tratamos acústicamente una habitación es controlar con toda la precisión posible sus modos propios de resonancia, debido a que realmente se comporta como la caja de resonancia de un instrumento musical. El propósito de este post no es profundizar en toda la complejidad técnica del tratamiento acústico; ese tema lo abordaremos con más profundidad en otras entradas que publicaremos en el futuro, sino ofrecerles unas nociones básicas que delimitan qué herramientas tenemos a nuestra disposición para corregir las deficiencias acústicas de nuestras salas.
Siempre que sea posible modificar la decoración de la habitación nos vendrá bien contemplar la posibilidad de instalar paneles absorbentes y difusores de sonido. Para entender qué rol juegan es esencial saber que cuando ponemos nuestro equipo en marcha estamos percibiendo dos tipos de sonido: el directo y el reflejado. Grosso modo, el primero está soportado por las ondas sonoras que se propagan a través del aire y de forma directa desde los altavoces de nuestras cajas acústicas hasta nuestras orejas. Sin embargo, el sonido reflejado es el resultado de la incidencia de las ondas sonoras sobre los objetos del entorno.
El movimiento del diafragma de los altavoces no solo genera unas ondas que se propagan hacia delante, sino también otras que se desplazan hacia la parte posterior de las cajas acústicas. Por esta razón, en la habitación aparecen una serie de ondas que son reflejadas por las superficies y los objetos que hay en la sala, como el suelo, el techo, las paredes, los espejos, los muebles, etc. Las reflexiones modifican el sonido directo con intensidad, realzándolo, atenuándolo, e, incluso, cancelándolo en ocasiones.
Por fortuna, los paneles difusores y absorbentes nos permiten controlar con mucha precisión la energía y la dirección que seguirán las ondas reflejadas, de manera que podamos evitar que perjudiquen al sonido directo. Los primeros, los paneles difusores, reflejan las ondas sonoras que inciden sobre su superficie en múltiples direcciones, generando ondas, por decirlo de una forma fácil de entender, «más pequeñas» y «menos intensas». Sin embargo, los paneles absorbentes están fabricados con materiales capaces de absorber una parte de la energía de las ondas que inciden sobre su superficie, reflejando habitualmente esa onda en una única dirección pero con una intensidad menor. Colocando estos dos tipos de paneles, y quizás algún elemento más de corrección acústica, como los resonadores, podremos corregir la mayor parte de las deficiencias acústicas de nuestra sala.
Acondicionadores de sala
En aquellas ocasiones en las que no es posible modificar la decoración de nuestra sala introduciendo paneles de corrección acústica podemos optar por recurrir a dispositivos de acondicionamiento de salas. Estos aparatos son capaces de determinar el comportamiento acústico de una habitación utilizando un micrófono, y, gracias a unos complejos algoritmos, pueden modificar las características de las señales de audio mediante filtros parámetricos y otras herramientas de corrección.
El resultado que persiguen estos dispositivos, que se integran en el equipo como un componente más, es el mismo del tratamiento acústico: impedir que los modos propios de resonancia de la sala echen por tierra las prestaciones acústicas de nuestro equipo. Y lo cierto es que los que he tenido ocasión de escuchar funcionan. Y lo hacen sin necesidad de recurrir a paneles, por lo que representan una opción atractiva para muchos usuarios. Eso sí, en general son caros. Su precio puede oscilar, por ejemplo, entre los casi 6.000 euros que cuesta el MEN220 de McIntosh, y los 900 euros que vale el Anti-Mode 2.0 Dual Core de DSPeaker, que es uno de los correctores más económicos que conozco. Como les he adelantado antes, este post es solo una primera toma de contacto con la acústica de salas. Profundizaremos en este apasionante tema más adelante en otros posts que estamos preparando.
Vía: Xataka Home
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