miércoles, 15 de enero de 2014

Restaurante NYC Hell’s: un pedacito de Nueva York desembarca en Valladolid.

La zona de la catedral de Valladolid se ha transformado de la mano del arquitecto Manuel Sánchez Azpeitia, de Geo2 Arquitectura, y el diseñador de interiores Mario Soriano en el neoyorquino barrio de Hell’s Kitchen gracias al ambicioso proyecto de NYC HELL’S, Grill Restaurant & Steakhouse.


Situado en un edificio histórico en pleno centro de Valladolid, lo que anteriormente era un lugar de encuentro frecuentado desde principios del siglo XX por los aficionados al billar de la ciudad ha sido objeto de un minucioso trabajo de rehabilitación y adaptación al nuevo concepto.

Se ha respetado la edificación existente, poniendo en valor los elementos más significativos como los forjados con entrevigado de madera y conservando la estructura original también de madera, que se reforzó con pilares metálicos empresillados y vigas en celosía que permitieran observar la configuración original del edificio.

El restaurante ocupa el local original y la vivienda situada en la primera planta, y permite observar desde un punto de vista privilegiado el bullicio y la actividad de la zona, con la presencia imponente de la fachada principal de la Catedral de Valladolid, obra del arquitecto Juan de Herrera en el siglo XVI, controlando todo.

Pero en el exterior acaba la relación con la ciudad castellana: cruzando el umbral de la puerta el visitante se traslada al barrio de Hell’s Kitchen, en la isla de Manhattan.

Un alzado interior de ladrillo macizo domina la escena desde el acceso, sirviendo como elemento de conexión entre ambas plantas a través de una escalera de acero, que recupera la imagen de las fachadas típicas del West Side con ventanas repetidas en serie y escaleras de emergencia para abandonar los edificios en caso de incendio.

El restaurante, con una superficie de 360 metros cuadrados y espacio para unas 150 personas, se organiza en dos ambientes, haciendo un guiño a las dos plantas en que está dividido el infierno que le da nombre. En la planta baja se encuentra una zona más informal, para los clientes que quieran comer o cenar de manera ágil, mientras que en la planta superior aparece una gran sala dividida en dos zonas por la escalera principal, que funciona a modo de comedor.

La importancia de los materiales y la sinceridad en la disposición de los elementos que lo configuran generan un ambiente acogedor y respetuoso con los orígenes del local. Madera, ladrillo y acero como materias primas, unas instalaciones cuidadosamente dispuestas a la vista, así como una agradable acústica, proporcionan un ambiente tranquilo y amable que nos recuerda a un loft de Manhattan.

El mobiliario también ha sido diseñado y construido a medida para adecuarse a las necesidades de los clientes y del entorno, dando importancia a los materiales dominantes, lo que proporciona un ambiente cálido y agradable.

El baño supone otro punto de interés: está decorado con grafitis sobre los azulejos que le dan un toque urbano y original.

Además, distintas fotografías de Nueva York, muchas de ellas realizadas por el artista multidisciplinar Ángel Vallecillo, acercan a los clientes a una visión distinta de la ciudad de los rascacielos en pleno casco histórico vallisoletano.

Vía: diarioDESIGN




























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