La conversión de una antigua nave industrial situada en el casco antiguo de Tárrega (Lleida) en esta vivienda unifamiliar contemporánea lleva la firma del arquitecto Guim Costa Calsamiglia. Supone una cuidadosa rehabilitación que evidencia un gran respeto por el patrimonio heredado y que tiene la virtud de haber regalado más luz y ventilación a la nueva vivienda a través de la creación de un nuevo patio interior.
La ciudad de Tárrega, en Lleida, ha sido, tradicionalmente, un enclave industrial. En el año 1918 Josep Trepat fundó una industria de maquinaria agrícola que rápidamente creció y subministró sus productos por toda España. En su origen, esta industria se ubicó en naves de pequeña dimensión dentro el tejido urbano de la ciudad. En 1931, y dado el continuo crecimiento del negocio, se decidió trasladar la producción a las afueras del núcleo urbano. Desde entonces, las naves quedaron libres y fueron paulatinamente ocupadas por talleres de pequeños negocios o utilizadas como almacén.
Una de estas naves, propiedad de Oriol Vidal, es la que nos ocupa. El arquitecto Guim Costa Calsamiglia ha sido el encargado transformarla en la cómoda, funcional y acogedora vivienda que es hoy. El objetivo de la rehabilitación pasaba por conservar al máximo la esencia de la antigua nave debido a su gran valor histórico, vinculado al patrimonio industrial de la ciudad, y a la presencia de una serie de elementos constructivos muy interesantes: paredes de mampostería, así como encaballadas y vigas de madera, algunas de ellas con los agujeros típicos en un extremo de las que eran bajadas por los “raiers” por el río Noguera Pallaresa.
La nave original ocupa la totalidad de un solar de planta rectangular, con una superficie de 165 m2. Interiormente presentaba un amplio y diáfano espacio, sin divisoria interior, de unos 7 metros de altura, llegando hasta casi 9 metros en la cumbrera de cubierta.
“La nave estaba vacía. Solo había las cuatro paredes y la cubierta. Sólo entraba luz desde las aberturas de la fachada principal, la de la calle. El suelo era muy irregular, con diferentes tipos de pavimentos y espacios vacíos de la maquinaria pesada antigua” señala el arquitecto. A la hora de plantear la rehabilitación integral del edificio, Costa decidió sanear la estructura y restaurar la cubierta. La intervención no ha implicado una modificación del volumen: todo lo nuevo queda dentro de los límites definidos por la nave original.
Tras levantar el suelo, nivelarlo e impermeabilizarlo, la cubierta se desmonta íntegramente intentando recuperar el máximo de tejas. El espacio interior se divide, en altura, en tres partes, mediante forjados soportados por una estructura metálica de perfiles conformados de acero, y forjados de chapa grecada y chapa de hormigón. Se adaptan las aberturas de la fachada a la calle a la nueva distribución, reduciendo la puerta de acceso de camiones, desplazando la puerta de acceso peatonal y ampliando las ventanas existentes.
En el proceso de definición del espacio interior, una de las grandes apuestas del proyecto, se crea un patio de 3’60×7’05 m que parte los más 17 metros de profundidad del edificio, creando una gran fachada interior; ello permite favorecer la ventilación cruzada y la entrada de luz natural. Las escaleras y el ascensor, configuran los desnudos de comunicación vertical entre la planta baja de acceso y servicios, la planta primera y principal de la vivienda y la planta segunda, donde se sitúa la suite principal y el estudio sobre el doble espacio de la cocina-comedor.
La planta baja se concibe como planta de acceso y servicios. Aquí se ubican el aparcamiento, una sala de instalaciones, el recibidor, y una sala diáfana utilizable como trastero o sala de juegos. Varias ventanas y balconeras permiten la iluminación de estas dependencias gracias al nuevo patio interior. Dos comunicaciones conducen a la primera planta; una interior, por la escala del recibidor del acceso, y una exterior, por la escalera situada en el patio interior.
La primera planta se plantea en dos zonas separadas por el volumen del patio. La zona de día (un rectángulo de 8’8 x7’5 metros donde convergen sala, cocina y comedor con un espacio único sin divisorias) y la zona de noche, que da acceso a dos habitaciones y un baño compartido. La zona de intercomunicación día-noche da lugar al arranque de la escalera que lleva a la segunda planta.
La segunda planta presenta dos particularidades; tiene dos niveles y no ocupa toda la planta. Alberga la habitación principal, con baño propio, y un estudio que ocupa menos de la mitad del espacio de la sala-comedor interior, creando un doble espacio que permite la circulación de luz y la ventilación del conjunto.
Además de las escaleras de comunicación entre plantas, se ha previsto una comunicación vertical mediante un ascensor; este permite acceder a la vivienda con compras pesadas así como el acceso a personas con movilidad reducida.
Para más información visiten: Guim Costa Calsamiglia
Vía: diarioDESIGN
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