El estilo francés es inconfundible en todas sus facetas, desde la delicada cocina hasta la decoración. París es una de las ciudades más importantes del diseño a nivel mundial, es uno de los focos más estudiados en la creación y no sólo de moda sino de estilos decorativos.
París, desde hace siglos se la conoce como caprichosa, de una especial luz y como colorista. Siempre busca la iluminación y lo tradicional inamovible, lo políticamente correcto.
Los franceses fueron los creadores del bidet, la Corte siempre fue patente en sus excesos, excesivos en los adornos, excesivos en los retratos, excesivos en las recargadas composiciones...
Una casa que se precie de manifestar una auténtica decoración de estilo francés debe estar en un todo de acuerdo con la interpretación más fresca de Francia, incluyendo una mirada que es deliciosamente excesiva y exuberante en sus combinaciones. El verdadero país francés se basa más en la mezcla que en la combinación -telas, estampados a rayas, escoceses, de cachemira y más telas que cuelgan despreocupadamente de las ventanas, paredes y muebles en cada habitación de la casa.
Amigos de decorar las paredes ya fuera con lujosas telas de seda traídas desde sus Colonias desde Oriente al igual que la decoración en los centros de mesa por ricos jarrones de porcelana hechos con decoraciones manuales florales, dragones y costumbres orientales. Desde Africa el marfil y el ébano formando las lujosas figuras talladas y los candelabros de oro y plata colocados sobre las cómodas para reflejarse en los espejos y así facilitar más luz y claridad a las estancias.
La madera en sus suelos como parte cálida de la casa y el mobiliario de madera maciza a ser posible ensamblado, las lámparas de fino cristal entremezclado con metales nobles dando importancia a los salones, junto a las caprichosas bomboneras de cristal de bohemia.
Las paredes sino de telas con motivos florales, pintadas de colores brillantes y vivos con plafones y vivos en otros colores tal que blancos. El gusto por lo delicado, por el confort, por la alegría y los materiales más sutiles y elegantes, han sido el eje siempre de la decoración francesa.
El estilo francés utiliza principalmente colores amarillos y dorados, rojo fuego, verdes que asemejen hierbas o tonalidades vegetales, azules cobalto y sus derivaciones más suaves, que evocan ríos y lagos. De esta forma se construye un espacio cargado a un paisaje de campo, donde las montañas, los ríos y los bosques se mezclan en armonía creando un solo paisaje. Aquí nos olvidamos de lo marino, de lo mediterráneo o de lo urbano.
Por otro lado los tonos grises y negros se utilizan para definir y marcar los accesorios y algunas líneas. De esta forma se pueden combinar muy bien con muebles y adornos que tengan materiales cálidos y naturales, o que tengan algún detalle o característica que los haga verse antiguos, como muebles de metal oxidado, relojes antiguos, lámparas y candelabros de antaño, etc. Para conseguir una decoración francesa tan rústica como en las casas de las provincias de aquel país, se pueden utilizar rocas y piedras naturales en el suelo de nuestro hall, de tal manera que delimiten algunas zonas y se entremezclen con los espacios naturalmente, sin romper jamás la coherencia del ambiente.
Para el comedor, lugar esencial en todo hogar francés, se debe contar con una gran mesa de centro, ya sea rectangular o redonda, que debe ser de madera y ojalá con curvas y talados en los bordes. La mesa debe combinar o pertenecer al mismo juego que las sillas del comedor, las que también deben ser de madera y con detalles, al mismo tiempo que evadir una cubierta de tela.
El mantel en tanto, debe ser lo más sencillo posible, con un color sutil que juegue con el resto de la decoración. Y es que en el comedor francés, lo más importante es como se organiza lo que va arriba de la mesa. Vajilla, tazas, candelabros, vasos, etc., todos deben ser de un mismo estilo y acorde con la habitación.
Vía: Decoracionia.com
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